La crisis propiciada por el gobierno chileno en nuestra frontera sur, en la que, sin ningún tipo de consideración, coordinación previa o aviso, abandonó a un importante número de inmigrantes ilegales, hasta el momento sigue sin una solución. Si bien se ha anunciado vuelos humanitarios para trasladar a estas personas a su país de origen, nada garantiza que la situación no se repita, Se vuelva recurrente e incluso se agrave.
Está claro que vivimos en épocas de grandes convulsiones que en todo el mundo generan tendencias migratorias. Los inmigrantes ilegales buscan mejores oportunidades económicas, la reunificación familiar, huyen de la violencia o la persecución política en su país de origen, pero también generan grandes problemas en los países de acogida cuando esta no es planificada y ordenada. Está claro que la inmigración ilegal puede presentar desafíos significativos para los países de destino, incluyendo la carga económica y social, así como el impacto en la seguridad y la estabilidad del país.
El Papa Francisco se ha referido en varias ocasiones al tema de la inmigración, incluso a la ilegal y ha expresado su preocupación por las personas que se ven obligadas a abandonar sus hogares en busca de una vida mejor en otros países. En una importante alocución señaló: «Es imprescindible prestar atención a la realidad de los inmigrantes que huyen de la guerra, la violencia, la persecución política y religiosa, la pobreza extrema y la degradación ambiental. Es un fenómeno que está aumentando día a día, y que requiere una respuesta adecuada por parte de la comunidad internacional».
Este es un tema apremiante. Hace unos años no estaba en nuestra agenda. Por el contrario, muchos peruanos eran los que salían del país buscando insertarse en otras realidades. Sin embargo, la crisis política, social y económica, que ha generado en la región la aplicación de las perniciosas ideas socialistas promovidas por gobiernos fracasados dependientes del narcotráfico y organizaciones criminales como el Foro de Sao Paulo, es la causa de una migración masiva y desordenada.
La movilización de miles de indocumentados que muchas veces no buscan adaptarse a las realidades e idiosincrasias de los países a los que llegan, sino que muy por el contrario son propiciadores de crisis, era algo que veíamos como muy lejano. Una situación que nos llegaba a través de las noticias en Europa, donde miles de migrantes son acogidos y no pocos de ellos, lejos de enriquecer a las comunidades que los acogen se convierten en una rémora social, llegando incluso a actos violentos y de desprecio de la cultura occidental.
Una migración ordenada y legal es siempre bienvenida y es un derecho humano. El Perú es el resultado de muchas migraciones y siempre hemos sido un país acogedor incluso adoptando usos y costumbres de los migrantes que han enriquecido nuestra cultura. Para que esto siga siendo así se requiere de leyes que ordenen cualquier forma de migración y que aquellos que vengan a nuestro país se integren a la sociedad. Eso sí, también debemos endurecer las leyes para sancionar ejemplarmente a los extranjeros que vienen a delinquir. No podemos ser más importadores de criminales.