Por Ricardo Sánchez Serra
El exmandatario brasileño Luiz Inácio Lula da Silva es, sin duda, un líder de la izquierda regional. Fue un gran ejemplo de persistencia y brega para lograr la presidencia y realizar las reformas y sus objetivos sociales, además de impulsar y dar cobijo a las izquierdas latinoamericanas.
Bajo su mandato el país volvió a ser la potencia regional, influyente y solidaria. Las izquierdas lo veían como el gran ejemplo para imponer el “Socialismo del Siglo XXI”, ni atávico, ni jurásico, en nuestras naciones, solo aplicado en Venezuela y Ecuador, y de boca para afuera en Bolivia y que tampoco adhirió otro gran líder, el uruguayo Pepe Mujica, verdadero paradigma de humildad y sencillez.
De pronto, el manto de la corrupción u ocultación pasiva expresado en enriquecimiento ilícito, cubre la llama inapagable de una leyenda. Dicen que hay pruebas y por ello los tribunales lo condenan. ¡Es mentira, es un complot, dicen al unísono sus acérrimos!
Inmediatamente, toda la izquierda latinoamericana se solidariza en forma incondicional con Lula. Estoy absolutamente seguro que ninguno de los dirigentes de los partidos comunistas o socialistas que lo idolatran ha examinado siquiera el resumen de lo dictaminado por los jueces brasileños.
Lo apoyan solo por razones ideológicas, a ojos cerrados, sin mediar la razón. No hay sensatez, la mente se encuentra obnubilada.
Y nos vamos al otro lado del mundo, en donde sucede un acontecimiento con silogismos similares: Siria, y que solo interesa egoístamente si empezará la III Guerra Mundial y no el sufrimiento de su pueblo.
Muchos conservadores celebran el ataque norteamericano, inglés y francés, a Siria, que la gobierna el odiado Bashar al Assad. Aseguran que utilizó armas químicas contra Duma, un pueblo cercano a Damasco, opositor a su régimen.
Igualito, por razones “prooccidentales”, a ojos cerrados, sin mediar la razón, aprueban la embestida aliada. Ninguno de sus cofrades se ha tomado la molestia de investigar si en verdad se usó tales armas vedadas. Peor aún si la denunciante ONG Cascos Blancos ha sido acusada anteriormente de fraguar videos.
Aquí todos pierden la vista. Assad apoya a los terroristas del Hezbollah que tienen atemorizado al Líbano y de ahí realizan ataques a Israel. Si no fuera por Rusia, el Estado Islámico (EI) y los opositores al régimen sirio hubieran desmembrado el territorio sirio, en parte codiciado, asimismo, por los turcos. Los occidentales les dan armas a los opositores, que a su vez se la suministran al EI.
Aquí la batalla es geopolítica, peor aún si se utiliza a Siria como “conejillo de indias” para probar armas occidentales de última generación y si pueden traspasar los escudos antimisiles rusos.
¿Se puede creer a los norteamericanos después de las razones que dieron para ocupar Iraq o intervenir Libia? ¿O de atacar Siria sin la autorización del Consejo de Seguridad de la ONU?
Nadie analiza nada. Las preferencias o ideologías confunden la mente. Todo es según el color del cristal con que se mira.