Los participantes en la protesta reclaman a las autonomías más personal, inspecciones y que se combata la privatización del sector.
La bulliciosa plaza de Callao, en Madrid, ha enmudecido este sábado durante un minuto. Esos 60 segundos de silencio, en los que solo se escuchaba la melodía de El Cant dels ocells (El canto de los pájaros), han sido un homenaje para las cerca de 35.000 personas que vivían en residencias, de mayores o discapacidad, y han fallecido desde el inicio de la pandemia, contagiadas de covid o con síntomas de la enfermedad.
Así ha culminado una protesta fruto de la indignación y el hartazgo, convocada por la Plataforma Estatal de Organizaciones de Familiares y Usuarias de Residencias, que agrupa a 19 asociaciones de 11 comunidades autónomas. Han asistido 5.200 personas según los organizadores de la protesta, 1.500 según la Delegación del Gobierno en Madrid.
La marcha ha transcurrido al grito de “¡Basta ya!”, en contra de la “reiterada vulneración de los derechos humanos y fundamentales” de los usuarios y para exigir otro modelo de cuidados. Uno en el que haya más personal e inspecciones, con centros más pequeños y en el que “se combata” la “obscena privatización del sector”.
“Más personal y menos negocio”, han gritado los asistentes durante la marcha a lo largo de la Gran Vía. “Juzgado y Fiscalía, seréis viejos un día”, se oía. “Verdad, justicia y reparación”.
Entre los participantes, Sagrario Mancebo (61 años) cuenta que su madre vive en una residencia privada de la Comunidad de Madrid, en una plaza concertada porque es gran dependiente, tiene deterioro cognitivo y va en silla de ruedas. Allí también vivía su padre, pero falleció.
“Él siempre protestaba por la falta de personal, por las comidas”. Cinta Martín lleva un cartel con la foto de una señora en el que se lee “Sí importa”. “Era mi madre”, explica. Murió en una residencia de Sevilla, al principio de la pandemia. “Cuando no había test, no sabemos de qué”, añade. “Estoy aquí por los que estuvieron y ya no están, y por los que estaremos. Hay que cambiar el modelo”.