Por: Yorry Warthon
El 06 de marzo de 2020, Martín Vizcarra -en mensaje a la nación- alertó a todos los peruanos con la noticia que el Coronavirus se había instalado en el Perú.
Ciertamente, hay quienes esperamos que cada mensaje a la nación trascienda por su relevancia de orden nacional y/o internacional sobre hechos fácticos que estén sucediendo. Ahora, si a los ciudadanos nos acompaña la suerte, quizá el mandatario de turno pueda trasladar soluciones concretas a los problemas en los que se centra dicho mensaje.
Lamentablemente, esto no sucedió con el mensaje del presidente. Lejos de ello, Martín Vizcarra utilizó con absoluto desparpajo el Coronavirus para liberarse de presión política. ¿Astucia y/o ardid?
No es novedad que Vizcarra seleccione a merced cada tema «social» que mejor le acomoda. Esto, con el fin de soportar los últimos meses de agonía en su vacío gobierno. No es novedad que el gobierno clasifique la agenda nacional según conveniencia para puntuar con excelencia en los índices de aceptación popular.
No hay mensaje a la nación para hablar de temas realmente epidémicos, como lo son: la creciente criminalidad en nuestro país, las deflagraciones sin resolver, los aberrantes infanticidios, y tantos ataques a las poblaciones más vulnerables.
No hay mensaje a la nación referida a una verdadera pandemia social, la misma que hora tras hora se consolida con la masacre inhumana a nuestros compatriotas en manos de criminales extranjeros que entran y salen a placer de nuestro territorio. Todas -convertidas en pepas noticiosas- difundidas por los principales medios de comunicación, listas para ser explotadas y vendidas con profundo sensacionalismo.
Tema aparte es la falta de un mensaje presidencial en alusión a las cifras escandalosas de feminicidios. Los números descifran a una sociedad absolutamente enferma: De cada 100 feminicidios, 40 son ejecutados por parejas o ex parejas -sentimentales- de las víctimas. El 60% de feminicidios se configura en el hogar. Se precisa que, según IPSOS – la célebre encuestadora del gobierno-, cada hora que pasa equivale a 100 mujeres agredidas. De esto, NO hay mensaje presidencial.
¿En serio es posible pensar que tenemos un comandante en jefe actualmente?
Al parecer a nuestro presidente no sólo le afecta su falta de criterio y capacidad (moral). Lo aqueja la falta de cojones para enrolarse en los temas que verdaderamente afligen a los ciudadanos de a pie. Digo esto, salvo que esté confundido, y mi «acusación» sea desmesurada e injusta. Quizá la cuestión no sea solo de testes. Quizá nuestro «célebre» personaje político realmente haya hipotecado hasta el alma y algunas cuantas generaciones genealógicas.
Aquí podríamos extendernos y devolvernos a las acusaciones -al menos públicas- que pesan sobre el presidente por los supuestos vínculos con la brasileña Odebrecht. Acusaciones públicas a las que la prensa «tradicional» ya no le pone reflectores.