– Hablando de la situación vivida en Venezuela ¿considera que la política peruana podría devenir en un régimen populista y autoritario como el de ese país?
Bueno, todo es posible en la política. Pero ya hemos tenido esa experiencia con la elección de Pedro Castillo, en la que estuvimos al borde del abismo y la movilización de los peruanos impidió esa contingencia. Pero que pueda eso volver a ocurrir, probablemente. Yo no creo que, en Perú, a diferencia de Venezuela, haya un régimen de carácter comunista como el que ellos tienen y, en donde tienen todo controlado. Además, en donde matan y encarcelan a todos los que piensan distintos a ellos. Entonces, creo que Perú es un país mucho más grande y con gente que tiene por lo menos unos 30 años de democracia, con todos los defectos que pueda tener. No creo que Perú renuncie a la democracia y se venda o se entregue a un “Chávez” o a un dictador, no lo creo.
– ¿Por qué las propuestas progresistas o de corte socialista son atractivas para la población?
Bueno, yo diría que son atractivas para un sector de la población. A veces es mayoritario, pero no creo que ahora lo sea, y yo creo que, si se hiciera una encuesta en Perú, no creo que salga un dictador porque nosotros hemos tenido también varios. O sea, comenzando con lo que pasó hace treinta años con Fujimori, con el golpe de estado de Vizcarra. También hemos tenido ese mismo problema. Creo que hay cierta cultura democrática en el país y ojalá que no me equivoque. Pero, sí existe, el fantasma está ahí. Eso sí no lo podemos negar. Es muy fácil que una persona se encarame y crezca diciendo cosas que son mentiras como lo han hecho siempre todos los dictadores. Cuando se le escuchaba a Adolf Hitler hablar, era un orador de polendas y las mentiras que decía, la gente se las creía, porque estaban buscando personas que puedan decirles que todo es fácil y que voten por ello.
– ¿Cómo debe encarar estas amenazas la derecha peruana en su conjunto?
Mira, todas las veces que yo he visto la posibilidad de que se encuentren puntos de vista similares y se generen caminos políticos en conjunto, no se hicieron. No se ha visto como algo positivo por parte de la población. Tengo, digamos, la referencia histórica de que cada vez que ha ocurrido una circunstancia como esa, es decir, cuando se hacen grandes coaliciones, el pueblo les tiene cierta tirria a esas circunstancias. Pero, sí es importante darse cuenta que el sistema permite que, si es que ningún partido gana en primera vuelta, allí sí es fundamental que los que han pasado a segunda vuelta, hagan de todas maneras coaliciones y gobiernos de ancha base para que el país pueda estar en su mayoría representado.
– ¿Se refiere usted a la experiencia de Mario Vargas Llosa y FREDEMO en 1990?
Claro. Pero, ese fue un frente de derecha. Es decir, les faltó a ellos darse cuenta que debían darle una mirada mucho más sólida al pueblo del Perú y en realidad allí se juntaron gentes de una cierta elite y por eso perdieron. Yo fui uno de los protagonistas de la lucha justamente contra ellos y Vargas Llosa, que creía que porque es un gran escritor iba a ganar las elecciones. La verdad, que los libros siempre han estado en manos de sectores que se dediquen al tema intelectual y no son mayoritarios.
– ¿No le preocupa el hecho de que los peruanos siempre pidan mano dura a los gobernantes?
Sí, eso es cierto. No es un tema exclusivo del Perú, pero sí, aquí lo hemos tenido bastante. Eso se debe a que no somos un país que tenga una tradición democrática. No somos Uruguay. Ni siquiera México, en donde mal que bien, cada seis años cambian de presidente, y no se puede reelegir a nadie, pero en Perú no hemos tenido esa tradición de que cada cinco años se cambie presidente y el que ganó, ganó. No, en Perú ha habido golpes de Estado, los militares han gobernado mucho más que los civiles, propuestas como las de Juan Velasco, por ejemplo, destruyeron al país. Y trajeron a Sendero Luminoso y la deuda externa. Entonces, todas esas cosas son difíciles después recuperarlas por parte de los civiles.