La mujer, que sufría maltrato por parte de su esposo, lo asesinó tras descubrir que había abusado de una de sus hijas.
En Uruguay, una mujer fue sentenciada a 10 años de prisión por el homicidio de su esposo, a quien mató tras enterarse de que había abusado sexualmente de una de sus hijas. El caso ocurrió en diciembre de 2016 en Paysandú, cuando la menor de las hijas reveló los abusos que había sufrido. Según la sentencia, la mujer aprovechó que su esposo dormía para golpearlo en la cabeza con una maceta y luego le disparó tres veces con un arma que el hombre guardaba en su casa.
La mujer recibió la ayuda de sus dos hijas mayores para ocultar el cuerpo. Juntas cavaron un pozo en la vivienda, envolvieron el cadáver en una sábana y lo enterraron, cubriéndolo con cal para intentar eliminar cualquier rastro. Durante varios años, la familia mantuvo el secreto, mientras la mujer continuaba cobrando la pensión por invalidez que su esposo recibía del Banco de Previsión Social (BPS) de Uruguay, ya que este había dejado de trabajar tras sufrir una hernia de disco.
El encubrimiento duró hasta 2022, cuando el BPS descubrió la ausencia del hombre y presentó una denuncia. En el juicio, la defensa de la acusada alegó que ella actuó bajo una intensa presión emocional, ya que no solo sufría maltrato doméstico, sino que además temía por el bienestar de sus hijos, quienes eran menores de edad en el momento del asesinato. El más pequeño tenía solo cuatro años.
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Sin embargo, la jueza Noelia Acosta, encargada del caso, determinó que la violencia sufrida por la mujer no era suficiente para eximirla de responsabilidad por el homicidio. Aunque quedó probado que existía una situación prolongada de maltrato físico y psicológico en la relación, no se acreditó que la mujer actuara en legítima defensa o bajo un estado de «intensa conmoción«, como lo establece el Código Penal uruguayo.
El juicio también reveló que la condenada, tras asesinar a su esposo, comenzó a tener actitudes violentas hacia sus hijos, tres de los cuales quedaron bajo la tutela de un instituto de menores en Uruguay. A pesar de las difíciles circunstancias que rodeaban la vida de la familia, la mujer no pudo evitar la condena y recibió la pena mínima establecida para este tipo de homicidios, que es de 10 años de prisión.