Por: Christian Ramírez Espinoza
Marruecos ha acogido esta semana dos acontecimientos internacionales de gran incidencia en el fortalecimiento del multilateralismo.
La ciudad marroquí de Marraquech fue escenario el 10 de diciembre de la ceremonia de adopción del Pacto Mundial para una Migración Segura y Ordenada, y el 11 de diciembre de la conmemoración por parte de la ONU del 70 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
La organización de estos dos eventos en el país magrebí no es nada fortuita, es la expresión del compromiso que viene manifestando este país con los grandes retos multilaterales, desde la lucha contra el terrorismo, el cambio climático, el diálogo inter-religioso e intercultural o la agenda mundial para la paz y la seguridad.
Marruecos es el modelo de un país emergente económicamente y con un potencial de soft-power estratégicamente atacado al multilateralismo como medio para resolver desde una visión común los grandes desafíos del momento.
Su posicionamiento geoestratégico, combinado con su orientación vanguardista y democrática lo conduce a ser solicitado frecuentemente por la comunidad internacional para jugar papeles de mediación y acción en pro de la paz y la estabilidad regionales. El caso del Acuerdo de Skhirat sobre Libia es uno de ellos.
Y esto es precisamente lo que se ha visto en Marraquech. La diplomacia marroquí ha sabido esquivar los obstáculos jugando un papel activo para acercar posturas y lograr el mayor consenso posible que ha garantizado el éxito del Pacto Mundial sobre la migración, ya que a pesar de haber sido promovido por Naciones Unidas, este pacto no ha sido exento de ciertas turbulencias debido a las posiciones ambiguas de ciertos países que conocen un auge del aislacionismo y del populismo.
En este marco, el discurso del Rey Mohammed VI ha sido contundente trazando una hoja de ruta clara que aboga por el multilateralismo como única vía posible para garantizar una convivencia pacífica entre los pueblos.
De hecho, este liderazgo marroquí en temas de migración no es nada coyuntural ni reciente. En el 2006, Marruecos organizó la primera conferencia África – Europa sobre Migración, cuya famosa Declaración de Rabat, subrayó el impacto positivo de la migración sobre los países receptores y consagró por primera vez el principio del co-desarrollo como medio para frenar las migraciones.
En el 2013, Marruecos fue el primer país emergente a implementar una estrategia nacional de Inmigración y Asilo, basada sobre el principio de solidaridad y el espíritu humanista y que permitió la regularización de 50.000 emigrantes..
Asimismo, el Rey de Marruecos ha sido elegido como líder de la Unión Africana en el tema de la migración.
En tal sentido, el Rey propuso la puesta en marcha de una agenda africana para la inmigración que incluye, como principal medida, la creación de un Observatorio Africano de las Migraciones, cuya sede tendrá lugar en Marruecos, y que cuenta con el apoyo de las Naciones Unidas.
Para Perú y América Latina, Marruecos es nuestro puente natural hacia África y el mundo árabe.
Con sus seis millones de hispanoparlantes, con especializaciones en español en todas sus universidades, sus medios de comunicación emitiendo en español, es el país más cercano culturalmente a nosotros.
Es el único país africano y árabe que tiene un estrategia diplomática propia para América Latina, con una red amplia de Embajadas y una presencia en casi todos los sistemas de integración regional como observador.
Ganamos todos en afianzar aún más los lazos con Marruecos.