Ricardo Sánchez Serra
Escuché recientemente el testimonio de una sobreviviente del Holocausto judío sobre las penurias y el gran sufrimiento que pasó para sobrevivir.
Fue una epopeya huir de un campo de concentración nazi en Polonia, ver su pueblo desolado, enterarse del asesinato de su padre y de toda su familia. Finalmente llegar al Perú y encontrarse que algunos dirigentes en el mundo y neonazis aseguran que no hubo Holocausto, a lo que ella responde: “Entonces, ¿en dónde está mi familia?”.
Irrefutable pregunta para esos negacionistas y hasta cómplices del genocidio. Cada vez quedan menos sobrevivientes que puedan dar su testimonio y es menester esculpir las evidencias en el mármol, edificar museos del recuerdo y plasmar en los libros el genocidio de judíos realizado por los nazis. La historia tiene que seguirse contando.
Lo hemos dicho alguna vez que en los libros de historia debe incluir un capítulo con todos los genocidios. El Ministerio de Educación del Perú tiene hace años el proyecto, pero todavía no se concreta. Espero que esta vez, dado el peculiar acento que se pone a los derechos humanos, se admita.
De otro lado, es saludable que en nuestro país se haya edificado un museo o “Centro Educacional Holocausto y Humanidades”, inaugurado ya hace varios años, pero noticia nueva para muchos, con el objetivo de concientizar sobre la gravedad que el racismo y la xenofobia causan a la sociedad.
Recuerdo haber estado en su inauguración, que contó con la presencia de numerosas personalidades, entre ellas los embajadores de Israel y Gran Bretaña, que representaba a la Unión Europea. Pude ver los dibujos que realizaban los niños judíos en los campos de concentración, entre otros, que impresiona de sobremanera.
Muchas instituciones educativas lo visitan, pero es menester que tanto los colegios privados, como el Ministerio de Educación se interesen en el tema y promueva la asistencia de escolares.
Visité el Yad Vashem o Museo del Holocausto en Israel y al recorrerlo “no se puede contener las lágrimas al ver zapatitos de los niños judíos asesinados por los nazis, jabones hechos con grasa humana, correas. ¿Cómo una sociedad, supuestamente tan civilizada como la alemana, pudo hacer tanta barbaridad? ¿Cómo el fanatismo puede cegar tanto? ¿Cómo se puede creer que existe una raza superior a otra en pleno siglo XX o incluso en este siglo?”. Así son las ideologías de odio, que más que extirparse, hay gente desquiciada que la promueve.
Los genocidios “nunca más”, pero para esto hay que crear conciencia: “ayer fueron ellos, hoy puede ser tú”.
@sanchezserra