Onassis y Jackie Kennedy, la boda negociada de Ari

Luego de que el matrimonio hizo crisis se conocieron las cláusulas reveladoras de un verdadero acuerdo mercantil

por | Jul 22, 2020 | Sin categoría

Luego de que el matrimonio hizo crisis se conocieron las cláusulas reveladoras de un verdadero acuerdo mercantil

En breve se cumplirán en breve 52 años de una de las más sorprendentes bodas que han existido en el mundo: la de quien fue viuda del Presidente John F. Kennedy, Jacqueline Bouvier de soltera, y el archimillonario naviero griego Aristóteles Onassis.

La boda se celebró el 15 de octubre de 1968 en la isla de Skorpios, propiedad del novio. Las cláusulas de aquella boda merecerían figurar en un libro al alcance de cualquier pareja de enamorados. Porque, si bien ambos contrayentes aparecían felices, en el trasfondo de aquel matrimonio existían unas condiciones no precisamente de tipo espiritual y afectivo.

Aristóteles Onassis había nacido en 1900. Tras sobrevivir a la persecución de los griegos en Turquía emigró a Buenos Aires, trabajó entre otros empleos como camarero y telefonista antes de amasar una inmensa fortuna.

RICO NAVIERO

Sus negocios navieros lo convirtieron en uno de los hombres más ricos del mundo y aunque no destacaba precisamente por su aspecto físico supo conquistar a un sinfín de mujeres, entre ellas una bailarina rusa de la compañía de Anna Pawlova, una veterana cantante argentina de ópera, una nórdica muy parecida a Greta Garbo, una joven y rica heredera.

Luego vendrían mujeres muy importantes, entre ellas Marilyn Monroe y Evita Perón con quienes si no llegaron a prolongar su romance alguna vez durmieron en el lecho del griego.

A los 47  años contrajo matrimonio con Tina Lívanos, de 17. Dos grandes fortunas se fusionaron con una impresionante boda. Dos hijos nacieron de aquel tortuoso enlace: Alejandro, que moriría muy joven en accidente aéreo, y Christina.

Trece años más tarde Ari y Tina se divorciaron porque Onassis ya estaba relacionado con la diva de la ópera María Calla, que se fue tras él dejando a su marido, el empresario Meneghini. La pasión del millonario se iba enfriando a mediados los años 60, cuando comenzó a albergar el sueño de casarse nada menos que con Jacqueline Kennnedy.

JOHN, UN DONJUAN

Jacqueline Bouvier nació en 1929 en East Hampton, cerca de Long Island, Nueva York, en el seno de una acomodada familia que se enriqueció gracias al buen olfato del padre, avispado corredor de bolsa en Wall Street.

Luego de la Gran Depresión. Los Bouvier se divorciaron y Jackie y su hermana menor Lee, vivieron con su madre una época menos feliz.

En 1953, Jacqueline anunció su compromiso nupcial con un joven congresista de Massachusettes, al que había conocido en una cena en Washington: John F. Kennedy.

Senador aquel año, John sería siete años más tarde el Presidente más joven de los Estados Unidos. Dos hijos alegraron aquel matrimonio, símbolo de la felicidad: John-John y Carolina. Aunque para nadie en la Casa Blanca era un secreto que el Presidente era un mujeriego-.

Un donjuán al que no importaba incluso compartir amores con una misma mujer con su hermano Robert: Marilyn Monroe. Por supuesto que Jackie estaba al corriente de las trapisondas de su marido, incluso en algún dormitorio de la Casa Blanca.

El asesinato de John F. Kennedy el 22 de noviembre de 1963, en el mismo automóvil en el que viajaba con Jackie, deshizo aquel matrimonio que, pese a las infidelidades del Presidente, su mujer no quiso jamás romper.

ARI LLEGA A JACKIE

Jacqueline se estableció en un apartamento de Nueva York con sus hijos, aún de corta edad, en la Quinta Avenida. Onassis la visitó cuando ya había transcurrido un tiempo prudente. El naviero la conocía por su amistad con Lee Radziwill, hermana de Jackie, lo que facilitó que la viuda fuera invitada a su yate «Christina«.

Ari fue uno de los invitados al sepelio de John, a pesar de que pendía sobre él una prohibición hacía un año para pisar los Estados Unidos. En el reencuentro con la viuda Kennedy, Ari desplegó todos sus encantos para ir llevándola a su terreno.

Tras aquella cita en la capital neoyorquina volvieron a verse en el apartamento que él poseía en París, en la avenida Foch. Celebraron una cena íntima, en la que el propio Ari sirvió el ágape.

NO LO PASABAN

Los Kennedy veían con malos ojos aquel acercamiento de Onassis hacia su cuñada. Pero el naviero organizó otro crucero en el «Christina» donde todo hace suponer que se encamó con su preciada conquista.

En tanto su amante María Callas sufría una gran depresión, al extremo de abandonar su carrera de soprano mundial.

Luego del asesinato de Bob Kennedy, Ari no fue invitado a las honras fúnebres, pero la ocasión le sirvió a Ari para estrechar sus lazos con Jacqueline, toda vez que el político asesinado se oponía a esas relaciones de ella con el millonario griego.

Hizo de lado cualquier obstáculo, tampoco le importó que su hija Christina se opusiera a la boda y que ella en una rabieta se matrimonió con Joseph Bolker, que sería el primero de una serie de disparates nupciales.

LA CONQUISTA

El 20 de octubre de 1968 Onassis se desposó con Jacqueline, antes Kennedy, de soltera Bouvier, y que en adelante llevaría como apellido el de su riquísimo esposo. Escasos fueron los familiares desplazados hasta la isla de Skorpios: los dos hijos de cada uno de ellos. Ni Alejandro ni Christina Onassis disimulaban con gesto hosco e irritado aquel casorio.

El naviero solía dejarla sola para ir a París a cenar con María Callas. Poco a poco se fueron develando las cláusulas de aquel matrimonio sorprendente, entre ellas: debían dormir en habitaciones separadas, ninguno de los dos podía exigir al otro tener descendencia, y de que si se divorciaran, ella tendría el derecho de percibir US$ 10 millones  por año de convivencia.

Ari seguía encontrándose con María Callas, y Jackie, que estaba al tanto de que le ponían los cuernos, se desquitó en un rapto compulsivo para adquirir cuanto se le ocurriera, sobre todo vestidos, abrigos de pieles y joyas de alta gama. Las facturas enfurecían a Onassis.

Y empezó a echar pestes de su mujer. La crisis del petróleo de 1973 alteró negativamente sus negocios. Su salud empezó a resquebrajarse. “Su belleza ya no vale los millones que parece», confió a un amigo.

SE ESFUMA EL AMOR

Diagnosticado de una grave miastenia, dolorido por la trágica muerte de su hijo Alejandro, Aristóteles Onassis, notablemente envejecido, moriría en un hospital de París el sábado 15 de marzo de 1975, a los 69 años. Pesaba sólo 40 kilos. Lo acompañó en sus últimos días su hija Christina. Jacqueline estaba en Nueva York y se informaba diariamente del transcurso de la grave enfermedad de su esposo.

Onassis percibió al final que se había equivocado al creer que su boda con Jacqueline le iba a posibilitar entrar en el mundo de las grandes élites cercanas a la Casa Blanca. María Callas lloró amargamente la pérdida de quien siempre creyó había sido su grandísimo amor.

Jackie siguió viviendo en Nueva York con un importante puesto en una editorial. Falleció a los 64 años víctima de un cáncer.

(*) Fuente: https://www.libertaddigital.com/chic/corazon/2018-10-26/la-escandalosa-boda-negociada-de-onassis-y-jackie-kennedy-hace-50-anos-1276627175/

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