“¡No sé si es justo, solo sé que es cierto!” decía Daniel Peredo, brillante periodista deportivo que partió a mejor vida y, sobre todo, despertó en el hincha, en el pueblo, su amor por el Perú: pocos personajes en la política, literatura, música, la actuación o en el periodismo, que es una profesión muy incomprendida, desatan tantas pasiones y muestras de apoyo colectivo.
Daniel Peredo, a quien no tuve el honor de conocer, se ganó el respeto de tirios y troyanos, y se fue sin cumplir uno de sus sueños: relatar un partido de Perú en un mundial.
Fue despedido con honores y arropado por el cariño de miles de hinchas en el Estadio Nacional cuando su carrosa fúnebre transitó por la pista atlética. Todos los que acudieron al recinto principal del país demostraron su amor, cariño, respeto y admiración entonando una serie de arengas conmovedoras mientras sus restos eran paseados ante el recuerdo de su voz que era reproducida por los parlantes.
Emulando a Peredo diré: “no sé si es justo, sólo sé que es cierto”: el futbol y la política tienen vinculaciones muy estrechas y ciertas similitudes. Hoy gracias a la clasificación al Mundial Rusia 2018 se ha despertado en el pueblo su amor a la tierra, incluso muchos han visto en Ricardo Gareca como el “salvador”, que los ha sacó de un largo período de sequía de triunfos, de frustraciones deportivas, de ausencias de resultados en las canchas internacionales, de quiebra económica en los principales clubes y acusaciones de corrupción.
Gracias a los relatos apasionados de Peredo y la dirección de Gareca, el pueblo volvió a confiar en el fútbol, ese es un mensaje que deben anotar los políticos: la población quiere un buen líder que consiga recuperar la fe en el progreso y desarrollo, seguridad ciudadana y tolerancia cero a la corrupción. También quiere periodistas como Peredo que ayuden a recuperar la confianza en sus autoridades sin someterse al poder de turno.
El desaparecido periodista, narrador, presentador y comentarista deportivo de prensa escrita, televisión y radio peruano ha sido, sin duda, es uno de los mejores narradores deportivos del fútbol peruano, y uno de los más queridos en los últimos años.
Incluso en su partida sigue uniendo a un país, hambriento de triunfos. Su legado más grande que nos dejó: es su pasión inacabable por el Perú. Su incondicional apoyo a la bicolor y en general al fútbol peruano, pero sin perder capacidad de análisis y crítica lo hicieron un referente del periodismo deportivo. Descansa Daniel en las alturas.
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