Una usuaria del programa social del Midis ha contribuido a revalorizar la identidad cultural del distrito de Sícchez
Carmen Yanayaco Criollo, de 73 años, se sienta sobre la manta que ella misma ha tejido y se ajusta el telar a su cintura. Con cuidado, se pone sus lentes, separa los hilos con sus dedos y se prepara para comenzar su trabajo.
Nacida en 1950 en el distrito de Sícchez, en la provincia de Ayabaca, departamento de Piura, Carmen proviene de una familia donde su padre se dedicaba a la ganadería y su madre, Trinidad Criollo, era ama de casa y hábil tejedora.
Durante su infancia, disfrutó de la vida en el campo junto a sus diez hermanos, pero la adolescencia llegó acompañada de dificultades económicas que la obligaron a buscar nuevos caminos para ayudar a su familia.
A los 17 años, Carmen tomó la decisión de dejar su hogar y viajar a Trujillo en busca de nuevas y mejores oportunidades. En la ciudad, comenzó a trabajar como cocinera y empleada doméstica en diferentes hogares. Sin embargo, algunos de sus empleadores se aprovecharon de su necesidad y juventud.
Después de varios años de soportar maltratos, largas jornadas laborales y salarios injustos, Carmen decidió dejar Trujillo y regresar a casa. Guardó esas experiencias en silencio para no preocupar a su familia, aunque su madre, Trinidad, pudo percibir lo que había pasado.
Un día, mientras Carmen ayudaba en las tareas diarias, su madre y su tía, Gricelda, le enseñaron por primera vez cómo usar un telar y le transmitieron una técnica milenaria de arte textil, practicada por las mujeres de la región durante más de 2 mil años. De esta manera, Trinidad y Gricelda compartieron con Carmen toda su sabiduría, brindándole una herramienta para sobrevivir y mantener viva la tradición. Fue el mejor regalo que le pudieron dar: la posibilidad de preservar las habilidades y tradiciones de su cultura.
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Desde el momento en que Carmen descubrió su talento innato para tejer, nunca más dejó de hacerlo. El acto de tejer mantas, bolsos y alforjas le brinda tranquilidad; le permite olvidar los dolores que la aquejan y, al mismo tiempo, le ofrece la oportunidad de revalorar y honrar la identidad cultural de las mujeres de su pueblo. Estas mujeres, valientes y resilientes como Carmen, su madre y su tía, son un testimonio vivo de la fortaleza de su comunidad.
Hace tres años, Carmen y su esposo Rudecindo estaban atravesando momentos difíciles. Comían de manera intermitente y el dinero no alcanzaba para comprar medicinas en caso de enfermedad. Fue en ese momento cuando el Programa Nacional de Asistencia Solidaria Pensión 65 llegó a sus vidas.
Carmen recuerda con alegría el día en que vio por primera vez al promotor de Pensión 65 llegar a su casa. La ayuda económica que reciben ha transformado su vida. Gracias a esta ayuda, Carmen puede alimentarse adecuadamente y comprar los insumos necesarios para seguir tejiendo, lo que se ha convertido en una fuente invaluable de sustento y satisfacción para ella.
Además, Carmen participa activamente en la intervención Saberes Productivos, donde comparte su arte con los miembros más jóvenes de la comunidad. Su objetivo es transmitir estas tradiciones para que no se pierdan con el tiempo. Según Carmen Yanayaco, sus tejidos no solo preservan la historia de Sícchez, sino que también protegen el alma de su pueblo entre sus hebras.
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