Por Abdelali Barrouki
No mucho tiempo después de nuestra aseveración de que el fallo del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) es una vuelta atrás, se precipitan los acontecimientos para augurar nuevas y muy avanzadas noticias en relación con la cuestión del Sáhara marroquí.
Justo dos semanas después del fallo del TJUE, el presidente de Francia Emmanuel Macron hizo una visita oficial a Marruecos, entre el 28 y el 30 de octubre pasado, y pronunció un discurso en el Parlamento marroquí, delante de todos los diputados y consejeros de las dos cámaras, entre los cuales decenas de parlamentarios de las Provincias del Sur del país. En este discurso Macron anunció que Francia contempla el presente y el futuro del Sáhara en el marco de la soberanía de Marruecos, que la autonomía bajo soberanía marroquí es la única base para alcanzar una solución política y que su país se compromete a defender la soberanía marroquí ante todas las instancias internacionales y que promete inversiones de su país en el territorio. Esta última afirmación es una respuesta directa y clara al Fallo del TJUE de que la inversión en estos territorios es legítima y no plantea ningún litigio institucional. Dos días después del discurso de Macron, el 31 de octubre, Francia cumple con su promesa cuando su delegado ante el Consejo de Seguridad reiteró la posición de Francia y apoyó el Plan de Autonomía marroquí para el Sáhara considerándola de nuevo como la única solución justa y duradera.
La resolución del Consejo de Seguridad (con 12 votos a favor y 2 abstenciones), a este respecto, fue rotunda esta vez, y refutó las propuestas argelinas de ampliar la misión de la MINURSO para cubrir el control de los derechos humanos en el Sáhara marroquí , (Rusia se abstuvo porque esta misión no le incumbe a la MINURSO) y acogió con beneplácito, a este respecto, las medidas e iniciativas adoptadas por Marruecos y el papel desempeñado por las comisiones del Consejo Nacional de Derechos Humanos en Dajla y El Aaiún, y la interacción de Marruecos con los procedimientos especiales del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Además, expresó su preocupación por las condiciones humanas en los campamentos de Tiduf solicitó firmemente que los refugiados (retenidos) de los campamentos sean inscritos y tomando nota de la propuesta marroquí presentada al secretario general el 11 de abril de 2007 y acogiendo con beneplácito los esfuerzos serios y creíbles de Marruecos por hacer avanzar el proceso hacia una solución.
Lo que nos atrae la atención en la Resolución del 31 de octubre es que, igual que las últimas resoluciones, no hace ninguna referencia al “referendum”, como posible solución de este conflicto artificial provocado por Argelia y cita a este último país cinco veces en tanto que actor principal en el conflicto. Una realidad que no deja indiferente a nadie. Pues, Argelia es el gran patrocinador del conflicto regional acogiéndo al Polisario en la región de Tindúf, en los años setenta, en un contexto de la guerra fría y de la hostilidad a Marruecos por los nuevos poderes militares del Norte de Africa en aquel entonces. Por eso, debido a las obsesiones argelinas de tener acceso al Atlántico y de aflojar cuanto posible el Reino de Marruecos, se aunaron los objetivos de todos estos poderes financiando una república ficticia instalada en Tindúf, donde se ha retenido a miles de personas inculcándoles un sueño irrealizable de tener Estado en el sáhara marroquí. Se diría que a lo que se refiere es al “Sáhara Occidental”, a esto contestaríamos que esta situación geográfica depende de dónde la miramos. Es un territorio del Sur de Marruecos y que está al oeste (Occidente) de Argelia, actor principal (siempre escondido detrás del Polisario) en todo el conflicto desde sus orígenes en los años setenta.
A este respecto, cabe señalar que la palabra árabe “Sáhara” significa “desierto” y que todos los países del Norte de Africa tienen una extensión geográfica natural al sur en el desierto: Marruecos, Argelia, Túnez, Libia, etc. Lo que significa que un habitante de estos terrirorios desérticos se llamaría saharaui (habitante del desierto), que nunca ha sido una nacionalidad, igual que un habitante, a título de ejemplo, de los Andes, compartidos por muchos países, se llamaría “andino”, pero que nunca puede ser una nacionalidad aparte. Razón demás, la población de las Provincias del Sur de Marruecos (Sáhara), compuesta por varias tribus, muy relacionadas con el poder central de Marruecos a lo largo de los siglos, a través de sus jeques, y del que testimonia un infinito archivo, son, desde siempre, una parte de la población marroquí, unidos por una tradición de lealtad a los reyes de Marruecos desde hace siglos.
Dicho eso, intentamos aclarar unas equivocaciones conceptuales que dejan perplejos a los interesados por esta cuestión del Sáhara marroquí y que dan la impresión de hablar de dos mundos por separado. Una situación que el Rey de Marruecos, con motivo del aniversario 49 de la marcha verde, aclara en un discurso serio y sensato diciendo que existe, lamentablemente, otro mundo, separado de la verdad, que aún vive ilusiones del pasado, aferrándose a determinadas tesis completamente superadas por el tiempo (…) tenemos a aquellos que siguen exigiendo un referéndum, a pesar de haber sido abandonado por Naciones Unidas y ser, a la vez, de imposible implementación; al mismo tiempo que se niegan a permitir un censo de los retenidos en los campamentos de Tinduf, tomándolos como rehenes, en lamentables condiciones de desprecio y humillación, carentes del más mínimo derecho. (…) Otros aprovechan la cuestión del Sáhara para lograr una salida al Océano Atlántico.
Ya es hora para que las Naciones Unidas asuman su responsabilidad y aclaren la gran diferencia existente entre el mundo real y el mundo legal, que Marruecos representa en su Sáhara, y entre un mundo petrificado, alejado de la realidad y de sus evoluciones.
(*) Diputado y académico marroquí