El secuestro de la defensora de los derechos humanos Rocío San Miguel el 9 de febrero de 2024 se suma al de miles más de detenciones arbitrarias perpetradas por la tiranía chavista en contra de los ciudadanos que defienden el derecho a la libertad de expresión, conciencia y participación política en Venezuela.
A los actuales gobernantes venezolanos, asesorados por represores cubanos, les incomoda cuando sus abusos son investigados, descubiertos y denunciados. Son corruptos violadores a los derechos humanos quienes, junto a sus felones militares, usan la fuerza para tratar de acallar a quienes los ponen en evidencia considerando que, apresando a los denunciantes, evitarán que se sepa la verdad.
Libertad y verdad, valores por los que Rocío San Miguel, nacida en Caracas, Venezuela, en 1966, paga hoy una cárcel injusta. Ella, abogado de profesión, es especialista en temas militares y presidente de la ONG Control Ciudadano, una asociación civil cuyo objetivo es la supervisión de los ciudadanos en temas de seguridad nacional, de defensa y de las Fuerzas Armadas, por lo que desde hace más de una década fue objeto de amenazas a su vida, circunstancia que la hicieron merecedora de medidas cautelares a su favor emitidas por la CIDH que poco y hasta nada le importan al régimen dictatorial que ha destruido a Venezuela.
Sin embargo, la paciencia totalitaria del dictador Maduro y sus secuaces se rebalsó cuando el 1 de febrero de este año se hizo pública la solicitud de la CIDH para que el Estado venezolano cumpla la sentencia en el caso “Lista Tascón”, es decir, el despido arbitrario de Rocío de su cargo público en el Consejo Nacional de Fronteras el 12 de marzo de 2004 tras haber firmado la convocatoria a referendo revocatorio del mandato presidencial del entonces Presidente Hugo Chávez Frías, imponiéndosele al Estado sancionado un plazo hasta el 6 de mayo 2024 para que presente el informe de cumplimiento.
El arresto de Rocío tuvo lugar sin mediar acusación alguna ni permitírsele contacto con su familia y abogados. Solo tras 10 días de incomunicación se supo que estaba detenida en el Helicoide, el lúgubre centro de detención que la dictadura venezolana utiliza para tratar de quebrar a los disidentes y presos de conciencia utilizando métodos de tortura física y psicológica heredados de Torquemada, Hitler, Stalin y Fidel Castro, entro otros genocidas cuya sola mención causa escozor entre los lectores.
Rocío, profesional cabal, merece todo nuestra admiración y respeto. Fue siempre una figura incómoda para la dictadura. Pudo haber optado por el destino que elegimos los más de ocho millones de exiliados, pero no, ella decidió quedarse en Venezuela sabiendo de los riesgos que se cernían sobre ella y su entorno familiar. Siguió trabajando y denunciando a quienes prostituyeron a las Fuerzas Armadas venezolanas tras ponerlas al servicio del invasor extranjero profanando el legado bicentenario del ejército que liberó a seis países del yugo colonial.
A la fecha de escribirse estas líneas, poco se sabe del destino de Rocío. Las visitas le son restringidas. Aún no ha sido formalmente enjuiciada. Sin embargo, su valiente lucha es la de todos los que queremos y anhelamos la libertad para Venezuela, tierra que en el pasado refugió a exiliados que en sus propias patrias eran perseguidos, encarcelados e incluso fusilados, abusos de los cuales hoy son víctimas los venezolanos.
No dejemos de lado a Rocío ni a los demás presos políticos en Venezuela. El silencio genera complicidad con los represores. Rocío y los miles de valientes que literalmente se pudren en las mazmorras chavistas nos han mostrado el camino hacia la libertad marcado por sus convicciones. Sabemos que no es fácil, que la libertad no se consigue a la vuelta de la esquina, pero, a estos héroes nos debemos y es por ellos que no podemos permanecer indiferentes.
Rocío, los buenos siempre ganan. Pronto celebraremos tu libertad junto a la de todos los presos de conciencia en Venezuela.
(*) Lic. en Educación e Historia
