Israel, que del desierto hizo un jardín, que sin mayores recursos naturales está considerado del primer mundo, con excelentes carreteras y vías férreas, dando un servicio muy puntual y preciso, que ha aportado a nivel mundial, la aplicación «Waze», el sistema del agua desalinizada, obtener agua del aire, riego agrícola por goteo, innumerables tecnologías en la Agricultura, elementos militares de defensa y un sinnúmero de aportes a la humanidad, ha marchado contra «viento, marea y terrorismo», desde los albores de su Declaración de Independencia, en 1948, al día de hoy, 2023.
Obviamente, está manejado por seres falibles, sujetos a error. Gracias a Dios, el país ha logrado salir adelante. Ha habido una estructura de comportamiento que hasta el día de hoy ha marchado con mucha fortaleza, con una muralla inexpugnable, que a pesar de las veleidades de los políticos de turno, ofrece una gobernabilidad organizada, con un alto derroche de servicios y ayudas sociales, que ciudadanos de otros países envidiarían.
En cuanto a la política, habría que modificar el sistema de elecciones, que está creando en este momento, un cataclismo, un DE-SASTRE, en el orden democrático del país. El sistema actual, ha sido resultado, consecuencia de «inocentes» cambios hace ya unos años. En el sistema anterior, el elector utilizaba 2 papeletas. Una por el candidato y otra por el partido.
Así, el elector tenía la libertad de escoger tanto al candidato como al partido que debía formar parte del Parlamento o Knesset. Para el caso, a manera de ejemplo, el elector podía votar por un partido, -digamos, LIKUD-, y votar por cualquier otro Candidato para Primer Ministro. Así, el Primer Ministro elegido, tenía absoluta independencia organizando tanto sus planes de Gobierno, como a sus Ministros.
Pero la «inocentada» del cambio, ha ido creando un verdadero cáncer en la estabilidad del país. La «inocentada» fue la eliminación de una de las papeletas. Desde hace ya algunos años, la papeleta incluye: el partido y a quien tienen seleccionado como Primer Ministro. A manera de ejemplo, al votar -hoy en día- por el LIKUD, automáticamente se votó por Benjamín Netanyahu. Ahora bien, como el LIKUD, no logró reunir -mínimo-, 61 Parlamentarios de los 120, tuvo que hacer coaliciones.
El sistema no es correcto y se ha convertido en una especie de jugarreta, como «trapo de limpiar»: Ejemplo: Benjamín Netanyahu, ha sido Primer Ministro en los siguientes periodos:
1996-1999 (Periodo Completo = PC);
2009-2013 (PC);
2013-2015 (Incompleto = I);
2015-2019 (PC);
2019-2020 (I);
2020-2021 (I);
2022- ????.
7 veces ha sido elegido: 3 veces ha logrado cumplir su mandato; 3 veces ha sido incompleto y este séptimo que acaba de comenzar. Es decir, desde el 2009 al 2021, ha estado 7 veces en el poder.
En la elección del pasado Noviembre del 2022, el LIKUD obtuvo la mayor votación en cuanto a Partido: 34 votos. Eso significó que Netanyahu, ipsofacto, quedó como Primer Ministro, pero para «Gobernar», necesitó hacer «coalición» con Partidos de Derecha, Ultraderechistas, Ultraortodoxos, Sionistas Ortodoxos, etc. formando así, una Coalición de 64 Parlamentarios, lo que le da una mayoría en el Parlamento. La oposición logró armar otra coalición apenas con 56 votos.
El sistema de «coalición», ha derivado, al paso del tiempo, en un «status» que fácilmente se identifica como corrupto. Los grupos que forman la coalición, le exigen a Netanyahu, posiciones, cargos y cambios, obligándolo a firmar «compromisos», con la condición de que si no se cumplen, se retirarían de la coalición, lo que significaría que el nuevo Gobierno, recién elegido, caería por cuanto perdería mayoría en el Parlamento.
Es decir, doblega, encorva, un grupito de, por ejemplo, 6 votantes al Primer Ministro elegido, tanto como si hubieran varios Primer Ministro en lugar de uno. Varios llevarían la batuta de cómo manejar o administrar el país. Aún más, asumirían puestos claves, que deberían ser de manejo absoluto del Primer Ministro.
Ahora, a partir de este esquemático preámbulo, llegamos a lo siguiente: Varios Parlamentarios como Bezalel Smotrich, Itamar Ben-Gvir, Arie Dery, Avi Maoz y Yitzchak Goldknopf, llenos deintolerancia, han exigido una cantidad de condiciones y requisitos, que como consecuencia, debilitan la direccionalidad del Primer Ministro Netanyahu. Lógico, que Netanyahu «no se queda atrás». Su enfermizo y egocéntrico apego al poder, lo hace cómplice de las barbaridades y desenfoques de sus socios de coalición.
¿Cuáles barbaridades y desenfoques? Ya lo veremos.
(*) Miembro A.I.E.L.C.
