Comprenderán que no soy promotor de empleos ni de viajes, distinguidas actividades, mi profesión es abogado. Entonces y con razón los amables lectores se preguntarán, ¿qué hago comentando sobre empleos y viajes? siendo la respuesta muy sencilla, pues por mi profesión leo el diario “El Peruano” todos los días, igual como los curas leen su “Breviario”.
Pues muy bien, la segunda pregunta que se harán mentalmente los lectores es ¿qué demonios tiene que ver el diario, que informa sobre las normas legales principalmente, con empleos y viajes? La respuesta es simple, pues la mayoría de normas legales que publica “El Peruano”, son nombramientos de nuevos empleos públicos y autorización de viajes al exterior para funcionarios del Estado.
Lo raro no es que publique oficialmente “El Peruano” sobre nombramientos para empleos públicos y autorizaciones de viajes, sino el exageradísimo número de ellos, diría que casi a diario.
Antes del gobierno de Castillo, mejor diríamos desgobierno, los nombramientos eran solo cuando se requería pues por lógica, los nuevos gobernantes deseaban tener en altos cargos y en los de estricta confianza, a personas calificadas de su entorno y que reunieran el perfil adecuado para encomendarles importantes tareas públicas, como por ejemplo viceministros, asesores, presidentes y miembros del directorio de organismos y empresas públicas, entre otros.
Lamentablemente lo que era excepción, se ha convertido en regla, pues se nombran secretarios generales, directores generales, directores, subdirectores, jefes de sección, asesores hasta para cargos de reducida significación, lo cual atenta gravemente contra la carrera pública, que tanto trabajo cuesta formar gracias a la actuación de SERVIR. Los funcionarios de carrera son separados u obligados a renunciar, para reemplazarlos por los que quieren los nuevos ministros y, como estos se cambiaban con más frecuencia que partidos de futbol, los funcionarios bajo sus órdenes también son sustituidos, siendo los administrados los que tenemos que “pagar” y sufrir el costo del “aprendizaje” y en muchísimos casos también de la falta de experiencia, cuando no de la ineficiencia.
En lo que se refiere a los viajes, autorizados por diferentes rangos de resoluciones y otros dispositivos legales, vemos en el diario oficial, que cada día son más frecuentes y numerosos, además de costosos y cuándo además observamos que las motivaciones son simples pretextos, y que todo ello sale de nuestros bolsillos a través de los impuestos que pagamos, nos causa indignación o por lo menos fastidio.
Somos conscientes que hay viajes que son necesarios y unos pocos indispensables, pero no todos, hay exageración y habría que decir, que si se quiere que se haga turismo, que cada cual lo haga con su peculio.
Tenemos en muchísimos países embajadas y consulados, así como oficinas comerciales, a los cuales podrían encargárseles la representación del Estado Peruano en los eventos internacionales y, conociendo la singular y excelente preparación de nuestros diplomáticos, estamos seguros que dejarán bien puesto el nombre del Perú, no pudiéndose decir lo mismo de todos los funcionarios-viajeros.