Por: Antero Flores Araoz / Como es de público conocimiento, hay una política de transparencia informativa, sobre todo respecto a los antecedentes de quienes aspiren a cargos políticos, pero también para ser contratados en el Sector Público para cargos que son desde administrativos hasta técnicos, sin excepción alguna.
Las disposiciones sobre transparencia incluso obligan a los que ejercen función pública, a dar a conocer en los portales de sus respectivas instituciones, cuales son las agendas de trabajo que incluyen a las personas con las que se han reunido y los motivos de las reuniones.
Todo ello muy bien, pero ahora notamos que es incompleto, pues se requiere agregar a la hoja de vida, algunos rubros más hasta hoy no obligatorios, como informar si conocen al ex juez supremo César Hinostroza, si alguna vez se reunieron con él, el motivo de la reunión, también que conversaron y si hubo llamadas telefónicas. Pero no hay que olvidar consignar si desayunaron, almorzaron o cenaron juntos, en qué lugar y cuál fue la causa. Por supuesto, consignar el nombre de la persona que los invitó y por qué motivo los juntó y, si por casualidad se encontraban en el mismo sepelio, deben agregar el nombre del fallecido y, si el encuentro fue en un matrimonio, el nombre de los novios, padrinos y testigos.
Como comprenderán el espíritu de esta columna no es otro que hacer notar a los excesos que estamos llegando y a los cuestionamientos a cualquier funcionario estatal -de cualquier nivel- o a quienes postulen a serlo, en caso de haber tenido relación con el Dr. Hinostroza, olvidando que ha sido muchísimos años juez, hasta acceder por concurso a la Corte Suprema, haber presidido la Corte Superior del Callao, asistido a innumerables ceremonias públicas y protocolares sin olvidar que tenía la obligación como magistrado de recibir en audiencias a las personas que lo solicitasen, como lo dispone la Ley Orgánica del Poder Judicial.
Debemos notar, que los funcionarios públicos, como cualquier ser humano, tiene círculos familiares, amicales y de simple conocimiento y, que asisten a celebraciones, onomásticos, bodas, sepelios, presentaciones de libros, espectáculos, clubes, grados, desfiles y muchas otras oportunidades en que alternan con otras personas, pero esto no constituye por sí demérito ni para el funcionario ni para el tercero.
¡A me olvidaba! si se tendría que consignar en las hojas de vida la relación con el Dr. Hinostroza hasta ahora solo procesado aunque no condenado- habría que agregar o no el menú del almuerzo o cena a las que fueron convidados.
Sabemos que los excesos son malos, pero son mucho peores cuando se exhiben en cualquier momento grabaciones de conversaciones, hasta inocuas, con cualquier persona que esté sujeta a investigación, pero no se investiga quién hizo la grabación, si estaba autorizada judicialmente o era interceptación delictiva de comunicaciones. Tampoco se investiga a quién las tiene guardadas y el motivo por el cual las da a conocer.
Como vemos el camino a recorrer es otro, pero no quedarnos en el supuesto escandalete. Los funcionarios no son monjes tibetanos y, ojo, no acusamos a nadie, pero tampoco absolvemos. Somos ciudadanos, no jueces.