Por: Antero Flores Araoz / Al Gobierno del Presidente Vizcarra, parecería que le
fascina bautizar a sus programas con nombres ampulosos, pero que podrían convertirse en fantaseosos, de no alcanzar el objetivo deseado. Por ejemplo, en simultáneo tenemos el programa REACTIVA PERÚ para financiar capital de trabajo en la reanudación de las actividades económicas del Sector.
Privado y, también el programa ARRANCA PERÚ. Este último para que se ejecuten inversiones públicas con participación de los privados.
Alertamos que para que los programas mencionados tengan éxito, se requiere tener en cuenta y combatir a los enemigos de la reactivación, como por ejemplo cierta burocracia, que parecería se alegra de poner piedras en el camino, con trabas, requisitos innecesarios, largos procesos, permisos hasta por “quítame esta paja” e inoperativas regulaciones como la que obliga casi cotidianamente a renovarpermisos para transitar.
Otro enemigo, desde las altas esferas gubernamentales, es la inclinación a desinformar a la ciudadanía, con expresiones que, desde lejos, se aprecia falta de sinceridad.
Por otro lado, el exceso normativo, para la Emergencia Nacional y la Emergencia Sanitaria, atenta contra la eficiencia y, peor aún, cuando hay disposiciones contradictorias, con ampliaciones y supresiones, con extensión de plazos y reducción de ellos. Se ha llegado al colmo, que en temas que requieren de normas, tenemos que contentarnos con anuncios a la prensa. Ejemplo la suspensión del “pico y placa”.
Ni siquiera para paliar el hacinamiento de los penales, se ha actuado con presteza, pareciendo que se preferiría sacar cadáveres que liberar internos, pese a existir las herramientas legales para ello.
Llama también la atención que la gaceta oficial, en que se publican las normas legales, tenga casi a diario innecesarias ediciones extraordinarias, las que van creciendo en contenido, según avanza la hora en que uno las revisa.
Para la reanudación de actividades en ánimo de recuperar nuestra economía recesada, sin necesidad de esperar tantas “fases”, bien se podría hacer focalizando zonas de menor riesgo sanitario, en que puedan emprenderse de una vez las actividades empresariales y laborales.
Necesitamos inmediatamente que el Gobierno de pase a las grandes inversiones extractivas, dejando de jugar con los empresarios en el plan de deshojar margaritas, te autorizo, no te autorizo, te autorizo, no te autorizo. Ello no es serio y origina desconfianza, que es el peor veneno a la inversión.
En simultáneo tienen que derogarse las normas que obstaculizan otras inversiones, pero al mismo tiempo, el Estado debe reiniciar las obras públicas que se paralizaron por problemas legales, haciendo los correspondientes cortes, a fin de que en cuerdas separadas, se solucionen los problemas legales, sin afectar la continuación de los trabajos.
Se necesita considerable inversión estatal en infraestructura, que genere utilización de mano de obra intensiva, pero siempre con manejo presupuestal prudente y con fiscalización que cuide los intereses del Estado, sin interferir con la ejecución de las obras.
Al reducirse el comercio exterior, requeriremos fomentar demanda interna y, para finalizar, ayudar la formalización de los informales, permitiéndoles mostrar el IGV en sus comprobantes de pago, para que el tributo sirva de crédito fiscal y así hacer factible la adquisición de sus bienes y servicios por el sector regular de la actividad económica.