Con la sigla CAD, por la Ley 31494 el Congreso reconoció a los Comités de Auto Defensa y, pese a las observaciones del Poder Ejecutivo, amparadas en los informes emitidos por el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, insistió en el texto primigeniamente aprobado y lo promulgó.
Dicha Ley ha recibido serias críticas, pues los ciudadanos tienen todo el derecho de ejercer su derecho de opinión y expresión y, nadie tiene que molestarse por ello, pero cuando las objeciones provienen de personas e instituciones versadas en la materia, hay que analizarlas con más detenimiento y sin apasionamientos, pues como toda obra humana no es perfecta, aunque si puede ser mejorada.
Consideramos que de mantenerse el articulado de la citada Ley, bien podría cambiarse la sigla CAD ya no para Comités de Auto Defensa, sino como Camino al Desastre, lo que quisiéramos evitar, debiendo si reconocer la satisfactoria actitud de la Comisión de Defensa del Congreso, que fue la que dictaminó la o las propuestas legislativas en tal sentido, quién está dispuesta a volver a discutir la materia y hasta recomendar cambios.
En comunicado del 22 de junio último, el presidente de la comisión dictaminadora del Congreso, en actitud que lo enaltece, admite que la Ley 31494 “ha generado preocupación por la supuesta adquisición y tenencia indiscriminada de armas de uso civil”, aunque también expresa que la dación de dicha Ley es “en reconocimiento a la valiosa participación de los Comités de Autodefensa en la lucha contra el terrorismo, por más de treinta años”.
Estimamos que motivación aludida, que es la de gratitud, podría sincerarse con felicitaciones, actos públicos de agradecimiento, entrega de diplomas u otras distinciones, pero no un reconocimiento legal, para que se puedan crear esos Comités en todo el país, en cada comunidad, en cada población y, encima el Estado les pueda proporcionar armamento, que también podrían serles donados por particulares.
El presidente de APROSEC, César Ortiz Anderson, en reciente pronunciamiento ha señalado que el número de comunidades entre campesinas y nativas oscila entre 9385 y 10529. Imaginemos el caos que se podría crear reconociendo a tales actualizadas rondas, con armamento, en un país como el nuestro de grave conflictividad social y en donde tenemos constantes reclamaciones por límites, por superposiciones, más las protestas por las actividades mineras formales.
Las rondas que se crearon en los tiempos de fuerte acción terrorista contribuyeron a la pacificación del país. Ellas eran rondas campesinas rurales y se desarrollaron en un escenario diferente al actual, en que solo hay remanentes subversivos ligados principalmente al narcotráfico, dando protección a otras actividades ilegítimas como la minería ilegal y la deforestación de bosques, entre otras. Los Comités de Auto Defensa de que trata la ley bajo análisis, ampliarán su acción a poblaciones urbanas, invadiendo lo que debe ser competencia de la Policía Nacional, a quien la Constitución le determina la obligación de mantener el orden público y recuperarlo en caso de afectación.
Cuidado ni siquiera tienen formación como los reservistas.
