Se supone que, si existen vías sujetas al pago de peaje, el conductor y pasajeros de vehículos motorizados, encontrarán que ellas están adecuadamente mantenidas, que la señalización es de primer nivel y puede observarse desde apreciable distancia, que existen medidas de seguridad para los que transitan en ella, que hay auxilio mecánico para cuando se producen averías en los medios de transporte, así como también ambulancias para socorrer a los lesionados de producirse accidentes.
Asimismo, entendiéndose que son vías rápidas, quien hace uso de ellas espera que las casetas de pago de peaje tengan atención célere, aunque también respetuosa y amable, sin llegar por supuesto a ser edulcorada.
Bueno pues, hay vías de peaje que nada de ello tienen, por lo que deben hacerse los correctivos correspondientes, sobre todo en lo que se refiere a su calidad de vía rápida. Nos referimos por cierto a la vía que va desde Lima hasta Ancón que, si bien ya no tiene “peaje” en el Cono Norte por decisión unilateral de la Municipalidad de Lima Metropolitana, contrasta con su continuación de Ancón en dirección hacia Chancay, en que no hay un pero que ponerle a dicha vía y a la atención a sus usuarios.
La supuesta “carretera” Lima-Ancón, lejos de ser carretera, vía interdistrital, e incluso vía rápida, hoy por el crecimiento de la ciudad y con el correr del tiempo se ha convertido en una calle urbana, ya no es ni por asomo una carretera. A ambos lados de la vía se pueden ver edificaciones de vivienda, tanto unifamiliares como multifamiliares, también depósitos, universidades, fábricas y otros negocios, así como comercios de todo tipo y variedad. No encuentras prácticamente espacios baldíos.
Lo peor de todo, es la demora de los usuarios de la vía a la que nos referimos, desde el punto de origen al de destino y viceversa que es de apenas cuarenta kilómetros, pero que puedes demorar en transitarlos de una hora y media a dos horas, tanto en el día como en la noche. Un despatarre como dirían algunos.
Además de la notoria demora en el recorrido, si vas parte del trecho por la vía amarilla, por cierto muy bien mantenida, encontrarás en su peaje a una dama, que no se le ve pero se les escucha, que a gritos desaforados repite, repite y repite, sin cansancio alguno, que quien paga el peaje con tarjeta recibe solo boleta. El grito es “CON TARJETA SOLO BOLETA”. No le basta una vez cada cierto tiempo, sino que la repetición seguramente atenta contra su garganta, pero sin duda alguna contra la tranquilidad mental y emocional de quienes escuchan sus altísimos decibeles.
Si creen que lo narrado es lo único, pues ni se lo imaginen. Lo peor no ha llegado y ello es que entre el Puente Balta y Ancón hay nada menos que veinte y un semáforos que interfieren el tráfico, y que de poco alivia entonces el tiempo del recorrido, la existencia de dos tramos aéreos (Cono Norte) y dos hundidos (Puente Piedra).
Si se trata de carreteras y más si están catalogadas como rápidas, lo que deberían existir es intercepciones aéreas, subterraneas, o intercambios viales, pero no la interrupción del recorrido con los semáforos, que son aproximadamente como promedio, uno cada dos kilómetros. Francamente inconcebible.
Con la operación del nuevo puerto de Chancay, que generará muchísimo mayor uso de la carretera entre Lima y Ancón y viceversa, se hace urgente resolver el tema aludido de la semaforización para establecer las soluciones antes mencionadas que por supuesto no son ideas de quien escribe esta columna que es abogado, sino de los técnicos a quienes se consultó. ¡Ojalá hagan algo y rápido”.