Cuatro siglos antes de Cristo, o sea algo más de 2400 años, Platón afirmó que “Uno de los castigos por rehusarse a participar en política, es que terminarás siendo gobernado por hombres inferiores a ti”.
Frase cierta en toda su dimensión y, en nuestra patria, con innumerables ejemplos de ello y, haciendo un símil con las vías de comunicación terrestre, cuando hay huecos pues se llenan con aguas servidas, es decir salobres y usadas.
En efecto si quienes tienen las características, condiciones, aptitudes y conocimientos para gobernar, no se involucran en la actividad política, pues lo harán otros que como dijera Platón, son seres humanos inferiores, estando sometidos los superiores a aquellos mencionados, con muchísimos menos méritos que los adecuados.
Es verdad que los seres superiores a los que se refería Platón tienen otras ocupaciones en sus vidas privadas, conducen instituciones y empresas, de estas últimas perciben seguramente importantes ganancias y, por ello no se vinculan a la actividad política pues egoístamente prefieren lo propio y no el bien común que es el de todos.
Más grave aún que la situación expuesta, es el hecho de que siendo superiores dejan que la actividad política sea manejada por los inferiores, pero además critican y critican, pero no son capaces de participar a fin de colaborar con el bien común, haciendo las acciones correctivas que la situación demanda.
También hay que tener en cuenta que existen infinidad de molestias, que atentan contra las personas que, teniendo capacidad de estar en la actividad política y queriendo participar no lo hacen pues hay normas que atentan contra tal voluntad, que perjudican a las personas honorables como son: la Ley de contrataciones del Estado, con limitantes de contratación a la parentela del presidente de la República, parlamentarios y ministros. También atenta contra el deseo de participar en política de personas probas y honorables, el tener que estar cinco años después que se deja el cargo, sometidas al escrutinio de la Unidad de Inteligencia Financiera y, por último, la famosa declaración de intereses que te obliga a declarar lo que hacen o no hacen infinidad de parientes, muchos de los cuales probablemente no conocen ni de su existencia.
Además, tienes que estar hasta un año después que dejas el cargo, impedido de tener ninguna relación ni tampoco acercamiento con la entidad pública de la que formaste parte, como tampoco volver al sector de la actividad privada que se relaciona con el cargo público que ostentaste. Si es que no tienes recursos propios, durante un año no podrás volver a la actividad empresarial que conducías. Es de locura.
Ciertamente son muchos los sacrificios que hay que llevar a cuestas, cuando eres triunfador en la actividad privada y entras a colaborar en la pública. Si pues, no hay nada perfecto, pero si queremos un país mejor, manejado por quienes tienen los pergaminos para ello, no hay otra solución que participar en la política. Si dejas los espacios abiertos se llenarán con cualquier cosa y no me pidan ejemplos, pues son evidentes, están a la vista de todo el mundo.