Simplemente de verlo y no creerlo, han pasado 30 años desde el gravísimo atentado que sufrió el canal televisivo denominado “Frecuencia Latina”, y casi ningún medio lo ha recordado.
El atentado al que nos referimos fue el 5 de junio de 1992, en su local de la Avenida San Felipe, Jesús María. Fue perpetrado por Sendero Luminoso, sanguinaria organización terrorista y delictiva, que sembró el miedo, la muerte y desolación durante muchos años en nuestra patria y, pese al tiempo transcurrido aún quedan algunos remanentes sobre todo en el VRAEM.
El también llamado Canal Dos, fue en buena parte demolido al detonarse un camión bomba, con carga de aproximadamente 600 kilos de nitrato de amonio y fuel oil mezclados con dinamita. Como consecuencia de la explosión y ataque terrorista, perdieron la vida algunos trabajadores de ese canal, mientras que otros fueron objeto de infinidad de lesiones, heridas e incluso hubo hasta mutilaciones.
No era la primera vez que se atentaba contra un canal televisivo, pues tiempo atrás, cuando el mismo canal se encontraba ubicado en San Antonio, Miraflores, también fue afectado por acción terrorista, aunque con muchísimo menor gravedad,
También, y sobre todo en provincias, otros medios de comunicación, especialmente radiodifusoras, fueron impactadas por la fuerza homicida del terrorismo sanguinario.
Pese al tremendo impacto terrorista en la prensa, es penosísimo observar que aun tenemos periodistas que al terrorismo homicida le llaman “conflicto interno” o “conflicto armado” o “ataque delincuencial”, normalmente buscando expresiones menos duras, en lugar de llamar a las cosas por su nombre. No se trata de accidentes como tampoco de simples enfrentamientos de dos bandos, estamos frente al terrorismo, que son acciones armadas que generan muerte y destrucción y, por ello no hay que buscar palabrejas edulcoradas. Se llama terrorismo y punto.
Podríamos decir que la prensa es uno de los objetivos básicos de la acción terrorista, pues tratan de quitar del medio a los actores noticiosos que cumplen con el derecho y al mismo tiempo deber, de informar e ilustrar a las personas. Sin prensa libre no puede haber Democracia y es por ello que los terroristas quieren dejarnos sin prensa, que además de informar también alerta e incluso investiga, ejerciendo una labor fiscalizadora eficiente que debería ser ejemplo para las autoridades públicas que tienen el deber de hacerlo, pero o no lo hacen o lo hacen mal.
El terrorismo quiere tomar el poder por la fuerza homicida y destructora, no siendo plausible que la prensa lo sindique con levedad. De una vez entiéndanlo y dejen de tratarlo como simple fenómeno social. Los terrucos quieren tomar el poder, sea para sí o para los que en actitud cómplice los toleran y envenenan a las masas con imposibles promesas.
Gustavo Le Bon manifestó que “Las masas nunca han sentido sed por la verdad. Se alejan de los hechos que no les gusta y adoran los errores que les enamoran. Quien sepa engañarlas será fácilmente su dueño; quien intente desengañarlas será siempre su víctima”. ¡Despierten!
