Como se están por iniciar en escuelas y colegios, sea de educación inicial, primaria y secundaria, las clases presenciales y semipresenciales, luego de que por dos años solo ha habido -y parcialmente- clases virtuales debido a la pandemia por el COVID 19, las autoridades gubernamentales que en sus tres niveles (nacional, regional o local) conducen centros educativos, están abocadas (o dicen estarlo) en restaurar, reacondicionar y reparar las instalaciones físicas de los centros educativos, lo que también hacen los promotores de los colegios privados.
Lo antes señalado es muy importante, pues luego de dos años en que las instalaciones físicas mencionadas han estado cerradas, ellas se deterioran, los baños y servicios higiénicos probablemente se encuentren malogrados, sin olvidar que las canchas y espacios de deportes puedan estar dañados y, si habían vidrios rotos en las ventanas pudiese ser que ellos hubiesen aumentado en número y así podíamos seguir con carpetas, pizarras, laboratorios, bibliotecas y en fin, con todos los aspectos materiales.
Si se están realizando las reparaciones, pues bien con ellas, aunque eso es lo material, pero adicionalmente se requiere de calidad educativa la que solo se logrará si el personal docente está calificado, si es que ha pasado satisfactoriamente las etapas de su preparación y, de ser el caso del reentrenamiento.
A lo señalado en el párrafo anterior hay que añadir la educación en valores, pues si es deseable que exista buena instrucción en letras como en ciencias y matemáticas, no es menos cierto que la etapa escolar o colegial, debe servir para educar, que no es lo mismo que instruir. Se requiere formar a los estudiantes en valores, complementando a los hogares, hacerlos para el futuro ciudadanos ejemplares, nutridos de los aspectos de integridad, verdad, honestidad y honradez, más valores cívicos como la Democracia y el cumplimiento de los deberes para con las respectivas comunidades y con el país, incluida la tributación.
En varias ocasiones hemos insistido en la necesidad de restituir cursos como la educación cívica, en que recibíamos enseñanzas sobre la composición del Estado, la distribución del poder, las garantías y derechos de los ciudadanos, las obligaciones de estos últimos para con el Estado y demás preceptos constitucionales. Hoy quienes no fueron probablemente formados en los aspectos democráticos y constitucionales, reclaman la necesidad de aprobarse una nueva Constitución, pero ni siquiera conocen la que está vigente y que nos ha permitido tres décadas de crecimiento, de reducción de la pobreza, del incremento de la clase media y de acercarnos cada vez más a la mejora de la calidad de vida y bienestar, pues al facilitar las inversiones ha generado puestos de trabajo, que deberían ir en aumento si es que ello se entendiese.
Se extrañan también las enseñanzas de cursos como ética y lógica, que conducen el comportamiento adecuado y nos enseñan a pensar con buen criterio.
Resumiendo, lo material es importantísimo, pero más lo es, el contenido educativo formativo, además del meramente instructivo.