Los políticos en general y más los que están en campaña postulando a la Presidencia de la República, emplean frases con las que tratan de resumir sus ofertas de campaña, siendo común que con ellas traten de distinguirse de los adversarios o de increparles alguna conducta que haga recapacitar a sus seguidores, respecto a si es pertinente que los sigan apoyando.
También, ya aupados al poder, preparan frases con las que pretenden justificar sus decisiones, siendo muy frecuente que con ellas, lejos de convocar a los peruanos a un norte común, los dividen y enfrentan.
Basta recordar algunas frases de quien fuese dictador de nuestra patria el General Juan Velasco Alvarado, quien para limpiar la imagen militar del golpe de Estado que lo llevó al poder, repetía y repetía la frase de “Pueblo y Fuerza Armada, unidos jamás serán vencidos”.
Otra de las frases de Velasco para justificar la segunda reforma agraria, por cierto fracasada, fue “Campesino: el patrón ya no comerá más de tú pobreza”. ¿Era una frase que uniera a nuestros compatriotas? Pues no lo era, pero peor aún, sembraba el odio entre los peruanos, enfrentando a los hacendados, chicos o grandes, con los trabajadores del agro. Se generaron enconos entre connacionales que perduraron por muchísimo tiempo.
Los odios exacerbados entre empresarios agrícolas con los trabajadores del campo, se trasladaron también a las demás relaciones laborales entre los emprendedores de todo tamaño, desde bancos hasta pequeños puestos de mercado, con sus trabajadores. Al empresario, sea nacional o extranjero lo convirtieron en “hambreador del pueblo”, generalización injusta, pues al igual que hay malos y abusivos empresarios, también hay muy buenos y buenos, que pagan retribuciones adecuadas y comprenden las necesidades de sus trabajadores como también sus anhelos.
Es indispensable que se despejen del discurso político todo tipo de odio, pues con los odios no se puede construir nada y menos la unidad entre todos nuestros compatriotas con el sueño de un Perú mejor, con orden y justicia, con derrotero desarrollista que genere bienestar entre todos los peruanos.
Se ha convertido en una costumbre malsana, que los candidatos a cuanto cargo electivo existe, ofrezcan a los electores que el Estado resolverá todos sus problemas, que el Estado atenderá sus necesidades, que el Estado hará que se le paguen envidiables remuneraciones y que cuando ya no estén en edad de laborar, el Estado los atenderá con pensiones más que suficientes.
No hay que dejarse engañar, el Estado no tiene como hacerlo, pero si generar las condiciones para que por otros medios, lícitos por cierto, se logre y ello es por la inversión, sobre todo la privada que genere empleo y este último lleve al bienestar.
La inversión privada es crucial e indispensable para la generación de empleo y para lo cual hay que tener paz y tranquilidad social, tributación predecible, normas legales estables, así como justicia independiente y oportuna.
Sería por lo anterior aconsejable que hubiese como trinomio o estribillo el de la inversión = trabajo y trabajo = bienestar