Para las elecciones generales programadas para el año 2026, con la finalidad de nombrar a quien sucederá en la Presidencia de la República a la señora Boluarte, así como para sustituir al actual Congreso, hay hasta ahora no menos de 35 partidos políticos aptos para competir y 25 en proceso de validación
La verdad es que hasta un párvulo se da cuenta que tal número de agrupaciones políticas es excesivo, exagerado y puede llevarnos a que partidos con escasa votación en primera vuelta, pasen a una segunda para competir entre dos rivales. Los votos que saque el ganador en segunda vuelta, encima de los que tuvo en la primera, son en la realidad prestados. Su votación sólida es la que se tuvo en primera vuelta.
Tenemos que preguntarnos el motivo del exceso de partidos políticos y la respuesta creo que es clara y contundente. Se modificó la normativa electoral y partidaria, durante el gobierno de Martín Vizcarra y a instancias de él, para lo cual una comisión de supuestos expertos, preparó las respectivas propuestas de cambios normativos que fueron la base con la que luego se debatió y aprobó la reforma electoral.
Antes de dicha reforma electoral, para la inscripción de los partidos políticos en el Registro oficial de ellos, era menester presentar un elevado número de firmas de ciudadanos que apadrinaban la inscripción del partido, pero no necesariamente eran militantes. Cualquiera podría firmar para que se registrase el partido, más no para pertenecer a él.
En el cambio de normativa bajo el impulso del gobierno de Martin Vizcarra, se redujo sustancialmente el número de firmas para registrar o reinscribir partidos políticos, pero lo que no sabían los suscriptores era que su firma no solo los hacía apadrinar la inscripción, sino que los convertían en militantes, cosa que muy probablemente pocos de los que firmaba conocieron.
Con el cambio de la normativa electoral se facilitó la existencia del crecido número de partidos y del desastre en que pueden convertirse las próximas elecciones. Felizmente en este aspecto numérico se ha vuelto a la cordura y si bien se ha elevado el número de firmas, ya no son de militantes sino de simples personas que desean que tal o cual partido exista, sin necesidad de ser militantes.
La situación que se puede presentar en el 2026 con tantos partidos podría ser menos problemáticas si se facilitasen las alianzas electorales. El problema de las alianzas, más que la plancha presidencial es la lista parlamentaria, en que con la alianza se reduce enormemente la presencia de cada agrupación política.
Lo expuesto en el párrafo anterior podría resolverse con un cambio normativo, esto es que pueda haber una sola plancha presidencial de quienes quieran aliarse, sin que ella tuviera lista parlamentaria, pero las demás agrupaciones políticas que participen en el acuerdo tendrían cada una su lista parlamentaria sin plancha presidencial, pero sus electores votarían por la plancha presidencial huérfana de lista parlamentaria.
Se puede trabajar en el Congreso para hacer realidad lo antes expuesto, para lo cual se requiere de mucho patriotismo o renunciamiento y dejar de lado el prurito de decir: quiero aliarme, pero solamente si soy yo el candidato. Esta posición es egoísta y debería superarse.
