Es penoso, pero nos estamos acostumbrando a las malas noticias, muchas más que malas: pésimas, y vienen por infinidad de medios como las redes sociales, al igual que en los diarios y otros medios escritos y, ni que decir de la radio y televisión.
La televisión ya parece hemorragia, pura sangre, pero no solo en los noticieros, sino que la mayoría de series y también largometrajes policiales, más los que dicen ser de acción cuando no son de guerras.
En las radios quizás el tema, sin dejar de ser grave tiene menor impacto puesto que hay música de todo tipo y ello ayuda a bajar las tensiones.
Las primeras planas de diarios y revistas son las que más adolecen de noticias positivas y los contenidos de las páginas interiores, gran parte del medio está dedicado a crónica policial, pero con titulares que son alarmantes.
Entendemos que exista preocupación de los medios por haberse incrementado la violencia en nuestro país y porque la delincuencia avanza a pasos agigantados, teniendo a las autoridades aletargadas y a las Fuerzas del Orden desmotivadas, pues cada vez que actúan y hay daño colateral, de inmediato les caen encima fiscales y jueces penales, con denuncias, acusaciones, procedimientos judiciales interminables, diligencias agotadoras y lo que es peor en clima de desasosiego y hasta con pérdida de ascensos en las instituciones policiales y castrenses. En resumen, un desastre.
Los titulares con los que se abren ediciones y las cada vez más nutridas páginas policiales, no solo preocupan, sino que por su exceso noticioso sin el balance de buenas noticias, hace que nos estemos acostumbrando a ello, convirtiéndose en cotidiano lo que debería ser de excepción.
Son muy frecuente titulares como “Ex legislador a juicio por violación”, “Operativo contra comercio informal deja veinte heridos”, “Pinchallantas hacen de las suyas”, “Asesinan a cuatro miembros de una familia”, “Asesinan a empresario minero”, “Mano sucia en ascensos”, “Antauro se burla de la Justicia”, “Ministro encubridor con las horas contadas”, “Asesinan a magnate”, “Detienen a alcalde”, “Regidores coimeros”, “Matan a mujer de balazos en la cabeza”, “Matan a anciana en puerta de su casa”, “Perú camino a ser la meca del crimen”.
Los titulares reproducidos no son los únicos, ellos abundan y también podríamos agregar “Jalan las mechas a Dina” (Ojo, no es que le bajen el moño, sino que la agreden jalándole la cabellera), “Feminicida será capturado”, “Empresario secuestrado”, “apresan a acosador”, “Batalla campal con agresión a policías”, “Extorsionan a bodegueros”, “Exigen cupos a comerciantes”, “Asaltan a taxistas”, “Se meten a fiesta privada y asuntan a congresista”, “Explotan a niñas en hostal de mala muerte”, “Mineros ilegales envenenan población”, “Congresista mochasueldos a la cana”, “Comiendo chaufa lo eliminan”, “Ultiman a policía con cinco balazos”, “Agresión sexual en consultorio”, “Jóvenes drogados asaltan viejita”, “Matan y prenden fuego a cadáveres”, “Linchan a cornudo”, Lo hieren por un celular” y, no seguimos para no deprimirnos grupalmente.
Recuerdo que cuando estaba chico, y ¡años que han pasado! Mi papá al leer una noticia en el tabloide “Última Hora” de gran lectoría”, encontró como noticia: “atropellan a anciano de cincuenta años”. No sé si su indignación fue solo por el atropello, aunque intuyó que también lo afectó lo de anciano de 50 años. Tiempos que no volverán, ahora los delitos no son de negligencia sino dolosos. Gran pena y a la vez desafío.