Inspirados en el título de la famosa novela de Alfredo Bryce Echenique: “Tantas veces Pedro”, hemos titulado esta breve columna como “Tantas veces Dina”, pues en pocos días se cumple el primer año desde que la señora Dina Boluarte asumió el mando presidencial, en legítima sucesión constitucional, luego de la vacancia del anterior presidente Pedro Castillo.
Somos conscientes que la presidenta Boluarte no llegó a un lecho de rosas y encontró un país plagado de corrupción, con una administración pública jefaturada por muchas personas de dudosa reputación nombradas por el anterior gobierno, sin superar todavía los desastrosos efectos de la pandemia del Covid 19 pésimamente enfrentada por el gobierno de Martín Vizcarra. Todo lo anteriormente expuesto, agravado con la recesión que dejó de ser especulación para convertirse en realidad, y las evidencias de que el Fenómeno del Niño viene con mucha fuerza destructora y las obras de prevención se iniciaron en forma tardía.
La señora Boluarte ha dado algunas señales de que desea el desarrollo del Perú, y que cree en la inversión privada generadora de trabajo digno. Como discurso muy aceptable, aunque no creíble pues ella fue vicepresidenta de Pedro Castillo y ministra de Estado hasta semanas antes que fuera vacado este último.
Para que la población le crea no basta tener un gabinete ministerial apropiado, tampoco un presidente del Consejo de Ministros que no le corre a las responsabilidades e incluso, haber nombrado como canciller de la República, a un connotado profesional de basta experiencia internacional y seriedad acrisolada.
La señora Boluarte tiene que hacer un claro deslinde con la ruta gubernamental de Pedro Castillo, en forma clara y con credibilidad, pues de no hacerlo seguirán los inversores, que son los que generan fuentes laborales, incrédulos ante el discurso, exigiendo realidades y, no les falta razón.
Ya es hora que el discurso se convierta en realidad y se tomen medidas eficaces, dentro de una economía social de mercado, que nos lleve a superar la recesión con inversión privada, que vuelvan los capitales que fugaron por el temor al gobierno inepto y corrupto que antecedió a la actual presidenta.
Es insuficiente el discurso optimista y promisor, inclusive expuesto por el Premier en el último CADE, como también es insuficiente el “Plan de Reactivación Económica” presentado hace algunos días por el ministro de Economía y Finanzas con el nombre “Plan Unidos”.
Ahora los ciudadanos exigen pruebas, comenzando por el deslinde de la presidenta de su antecesor, la fijación de una línea conductual en materia económica que respete los lineamientos de tal rubro contenidos en la Constitución, destrabar en la realidad y no solo en el dicho, los proyectos de inversión que están paralizados por la desidia de funcionarios públicos que parecen enemigos del desarrollo y la prosperidad y, principalmente revisar toda la normativa sobre permisos, licencias y autorizaciones, para simplificarlas, yendo hasta incluso cerrar una serie de organismos del Estado que lo único que hacen es duplicar funciones y hacerle la vida a cuadritos a quienes desean invertir en nuestra patria.
Instale presidenta Boluarte, en la PCM, una oficina que reciba propuestas y reclamos del sector privado y junto con su primer ministro, hágales el seguimiento diario para lograr que los sueños empresariales se conviertan en realidad.
Insistimos, ya no bastan las palabras, se necesitan hechos.