La pandemia del COVID 19 afectó a millones y millones de personas en el mundo entero, y en nuestra patria murieron más de doscientas mil personas a causa de ella.
La pandemia a que nos referimos nos hizo conscientes que nuestro sistema de salud pública tiene muchísimas deficiencias como que no había suficientes camas UCI en los establecimientos de salud, carencia de plantas de oxígeno, facilidades hospitalarias, entre otras muchas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha considerado al Perú, como el país con porcentaje de fallecidos altísimo en comparación con la población. Hemos batido records pero deplorablemente de ineficiencia, pues mientras en otros países se contó a tiempo con vacuna contra el Covid 19, en el Perú, sobre todo durante el Gobierno de Martín Vizcarra ello solo quedó en promesas y, cuando se las tuvo con sospechas de que la calidad no era la debida, así como que podrían ser para cualquier cosa, pero no para evitar el contagio.
A lo dicho podríamos agregar que, por el secretismo respecto a los costos de las vacunas y su transporte, se puede también sospechar que podrían haber existido gravísimas irregularidades si es que no delitos, lo que debe ser investigado eficientemente, cosa que hasta ahora no se hace.
Los legos en la materia hemos escuchado de vacunas bivalentes, vacunas monovalentes, dosis de refuerzo, necesidad de nuevamente ser vacunados para evitar contagios, pero oh sorpresa, pese a la seriedad del llamado desde la salubridad pública, para recibir las dosis de refuerzo, las personas, desde los niños hasta los adultos mayores, no están concurriendo masivamente a los lugares de vacunación.
La falta de interés de la población por las dosis de refuerzo a las que nos referimos, podría llevar al vencimiento de la vigencia de las vacunas, con lo cual no servirán para nada, el Estado las habría comprado por gusto perdiéndose su costo y, lo que es peor, los no vacunados estarán más expuestos que cualquier otro, a ser contagiados con las nuevas variantes del Covid. En resumen: un desastre.
Lo señalado no nos los han contado, tampoco lo hemos leído por ahí, simplemente lo afirmamos por haber sido testigos directos. El martes 30 de enero a las cuatro de la tarde, fui con mi esposa a vacunarnos con la dosis de refuerzo. Concurrimos a la Videna, siendo recibidos amablemente e incluso señalándonos que nos podían vacunar dentro de nuestro vehículo. Bajamos y entramos al local donde habían varios puestos de vacunación vacíos, estaban las vacunadoras pero no había público alguno, salvo nosotros dos, que al igual que para dosis anteriores fuimos atendidos muy profesional y amigablemente, por las personas encargadas de tal tarea. ¡Qué diferencia con otros lugares de atención al público en dependencias del Estado!
Bueno, no nos quedamos en los hechos sino planteamos soluciones, y creemos que la principal es que se haga campaña mediática para que la gente se vacune, señalándose las consecuencias de no hacerlo y, yendo a poner vacunatorios en lugares de alto tránsito, pero ¡ya!