El proceso electoral en curso, convocado para abril del año 2021, será atípico, pues por las nuevas reglas electorales, los partidos políticos que no participan en ellas, pues pierden su inscripción. Esto es válido, pues los partidos están para participar activamente en la política, no para ser centros de estudios para politólogos, como tampoco club de amigos para “chismear” sobre la actualidad política, sino que existen para la acción política.
Antaño hemos sido testigos de infinidad de partidos que hacían bastante bulla, pese a no tener mayor militancia, pero a la hora de los hechos no llegaban hasta el final de la gesta democrática, se retiraban de ella por mero cálculo. Ante la convicción de participar sin pasar la valla del 5% preferían la deshonrosa decisión de retirarse de la contienda.
Para no perder la inscripción en el Registro de Organizaciones Políticas del JNE, los partidos que no tienen en su matrícula de militantes, personas significativas, notorias y notables para estar en plancha presidencial, simplemente se ofrecen como vientres de alquiler a las personas que quieren ser candidatos, pero carecen de agrupación que los albergue políticamente. En la práctica se solucionan dos problemas, el del partido que no tiene candidato y el del candidato que no tiene partido.
Es así como hemos podido observar, matricularse a última hora en partidos con los que nada tienen que ver, a personas en búsqueda de quien los amamante políticamente, pues están en situación de orfandad política, y sin tener quien los acune no podrán participar en las elecciones.
Lo señalado es poco serio, por decir lo menos, pues para participar en una agrupación política, se supone que tienes que tenerle más que simpatías, tienes que creer en sus planteamientos, en caso de tenerlos, y ser afines a su ideología política, de lo que lamentablemente la mayoría de agrupaciones carece.
Como vemos las reglas electorales existentes tienden a generar más informalidad política y, a ello nos llevó la famosa reforma política y electoral impulsada por Martin Vizcarra a partir de las recomendaciones que efectuó la Comisión nombrada para ello. El lugar de haber avanzado y mejorado, en realidad hemos retrocedido y empeorado.
Parecería que estuviéramos en carnavales, pero electorales, en que hay muchas personas que se disfrazan de protectores de la República, defensores de la Democracia, seguidores de los Derechos Humanos, y abanderados del civismo. La realidad, salvo algunas personas serias y valiosas, deplorablemente estamos frente al aventurerismo político y al populismo demagógico. Ojalá que los electores no caigan nuevamente en el juego de quienes, en lugar de ser padres de la patria, se creen los padrastros de los ciudadanos, eso sí, ávidos de que las cosas se hagan bien, pero ello no lo lograrán si siguen votando por indeseables.
Elijamos bien, para no tener que lamentarnos. Tenemos poco tiempo para indagar sobre los candidatos, someterlos a severo escrutinio y definir si podrán lograr lo que proponen y, si están siquiera capacitados para intentarlo.
(*) La Dirección no se hace responsable por los artículos firmados.