Llegó “la gobernabilidad”. La ansiada gobernabilidad que reclamaban y defienden los tibios, los lambiscones, niños y demás angurrientos incapaces de ganarse el sustento en la calle.
Ahí tienen la gobernabilidad con ocho muertos que hasta hoy no han merecido que se les rinda homenaje como víctimas precisamente de esa canalla comunista y caviar. Víctimas auténticas por la defensa de la democracia. No fueron ni uno de ellos ni por asomo delincuentes como dos a quienes el carantigua-Sagasti– rindió homenaje para quedar bien con sus compinches caviares.
Esa es la gobernabilidad que apuntalan a rajatabla, los wongs, los bellidos, los bermejos y demás lacra que hace del congreso un lugar tan pestilente como si fuera casa de la gavilla que comanda kanibal torres.
A propósito de ése que comanda la cáfila de incapaces y delincuentes debiera tener un poquito de dignidad a la hora de aceptar el triste encargo de ser jefe de esa gavilla de prontuariados, chamanes y hasta de los que acarrean mochilas con crímenes.
Triste y hasta denigrante que uno del que se dice jurista y catedrático obedezca y se rinda incondicional a los pies de un ignorante de sombrero descomunal. Algunos arguyen revualuando la actitud que pesan mucho los treinta mil soles que se embolsican para hacer y decir estupideces como que Hitler y Musolini son dos de los personajes que admira.
Sobre eso uno que se dice ha sido maestro –“palabra de maestro”- por su elemental conocimiento de la historia debió en el acto decirle: Oye no me atarantes agarra tus chivas bórrate y hazte humo
Digo que elemental resquicio de dignidad cuando le encargan hacer gobierno y le dan chauchilla. Para graficar mejor, diré que es como si a un ebanista le encargaran hacer una vitrina de caoba y la dan pura leña recogida en los estercoleros de la ciudad.
Además, cuesta creer en igual sentido, que un marino de alta graduación acepte ser parte de esa gavilla a órdenes de un chiflado no me atarantes.
Mientras en esta “gobernabilidad” que tanto añora el chino, el del sombrerón pide selectivas e hipócritas disculpas. Éste no rindió merecido homenaje a las víctimas ni a sus deudos tratados de acuerdo al inmenso dolor del asesinato de sus seres queridos por defender la democracia. La auténtica democracia. Éste no hizo como carantigua Sagasti el que rindiera honores y tratara a dos prontruariados como “héroes de la democracia” para beneplácito de los caviares, Ginos, de belaundes, gorritis y demás comechados, los mismos que hoy guardan sepulcral silencio.
No sé si el sombrerón está advertido que de hoy en adelante cargará la fúnebre mochila,por la que deberá rendir cuenta a la justicia y de seguro tiene su sitio en la cárcel. – Bueno se su asesor primer ministro no lo aconseja bien o el otro dizque también asesor un tal Salaverry de seguro lo encaminan a ocupar plaza en Lurigancho.
Terco pero obediente al cerro grande – del que se asegura es el que nombra y borra ministros, Pedro acude al congreso para poner cara de yo no fui. A reglón seguido visto que le borran al chaman en salud nombra a otro que también acarrea prontuario. Entonces chinito hipócrita cuál es tu gobernabilidad. Podrás seguir diciendo que tú eres demócrata defensor de la gobernabilidad. Pero en verdad te digo que eres un reverendo lambiscón temeroso de perder los veinte mil soles que te sacas del bolsillo de todos los contribuyentes. De paso digo que la cháchara que este se mandó en el hemiciclo sentado junto al del descomunal sombrero, fue en resumen una adulación mayúscula. Solo faltó que abrazara al vecino y le diera un besito al estilo de judas.
Y… corto. Aun cuando hay mucho que escribir de esta barahúnda política que ha emprendido el del sombrero grande y sus secuaces.
(*) Miembro (r) de la Marina de Guerra y analista político.
