Quien habría de oponerse a que a un ciudadano que está siendo vilipendiado, acusado injustamente, le salga un defensor, o sea, se aprueba lo que, a toda vista, es correcto. Pero entre los defensores también hay quienes tienen diversos motivos. Y allí se camuflan de defensores los acomedidos a defender a delincuentes, a sabiendas que son los que manejan billetes habidos de sus fechorías. Pero al acomedido, eso le importa menos. –
Para ejemplo tenemos a un criminal que ha puesto precio a la cabeza de eficiente coronel de la PNP. Ése ha ofrecido cien mil soles. ¿De dónde? Y de esos tenemos bastantes. Será por eso que los delincuentes siguen en su ritmo, porque hay quienes dentro y fuera del penal los van a defender. Lo incongruente, lo nefasto, es que aquellos gracias a “su defensor” tenga éxito porque se dice… que en el camino aceitaron uno que otro fiscal.
No hay quien o alguna norma que regule o frene a esos defensores que corren para defender a delincuentes sean político o no.
Ya vemos que el guarapero tiene los defensores que quiere; a esos lo llama, luego los bota y llama a otro que está haciendo fila para defenderlo. Lo mismo ha hecho el corrupto Pedro Castillo con sus Cheros, sus Pachas y ojitos verdes. Aquellos marchan a la calle sin haber recibido un solo céntimo.
Una señora ministra ella, se fue de visita ¿a las siete estaciones (iglesias) ¿No? ¡Qué va! La ministra Hania, de quien dicen, ha heredado regular fortuna de su abuelo Javier Pérez de Cuellar, convertida ahora en alfombra de la Doña palaciega. Triste papel de esta señora que visitó en lugar de iglesias, más de siete sets de canales de Tv para “defender” a su patrona, Dina.
La “defensa” sirvió a Hania para librarse de la “poda” que hiciera la doña palaciega cortando cabeza a unos inútiles ministros; sobre todo el machetazo, que fuera aplaudido, fue cuando lo hizo con el inútil sobón de Interior. Hania, feliz, la escobilla y el trapo la salvó.
Otros defensores ponen tanta emoción en la defensa que terminan por hacer reir. Se convierten en chistosos. —Uno que defiende al tal Oscorima afirmó que su patrocinado quiso regalarle los tres relojes a la Doña palaciega. Ella muy considerada le dijo no, mi querido choche porque tengo que declararlos. Es mejor que me los prestes. Y patatín patatán este cuento todavía no ha acabado. Tanto –Oscorima, como el defensor de lujo que tiene, dijeron temprano que no había prestado reloj alguno. Que a Oscorima, el regalón –de los relojes Rolex–ahora prestador, no lo involucren pues está muy lejos de esos menjunjes. — Ya vieron, cómo se mueven los billetes.
Son los defensores tan venidos a menos que hasta el criminal Antauro tiene defensores.
A ver si el o los abogados que se respeten, se aboquen a cuadrar a esos gamberros pedigüeños que fungen de abogados defensores.
(*) Miembro (r) de la Marina de Guerra y analista político.