No me refiero a lo que en forma cotidiana sale a luz como nuevo que fueron viejos entuertos que hoy nos refrescan la memoria y atención que los más se ponen de lado. Se trata, hay que repetir: de viejas mañas de fiscales, jueces policías, abogados truchos, es decir picapleitos de Azángaro, los que fungen de periodistas que son más, antes que periodistas, adulones y mermeleros.
Nos referimos mejor, a que ya es un aliciente que políticos honestos, que los hay, hayan decidido hablar fuerte y claro destapando la podredumbre en este gobierno de la Sra. Dina Boluarte, la que sin empacho alguno se arroga la función de mamá de todos los peruanos.
Los niños irán, concurrirán a sus escuelas derruidas. Pondrán sus vidas en peligro. Eso no te inquieta. Qué clase de mamá eres.
Otro caballero anunció: “Un asesino no debe postular” Se refería claro está al cínico sinvergüenza asesino Antauro Humala y, hay otros como los anteriores que han decido destapar las inmundicias que coexisten pero que la gentuza, calla, hace mutis, prefiriendo la inmundicia para su conveniencia.
Entonces ya es algo significativo que vayan saliendo los honestos a destapar a los lagartos y su pandilla de malhechores, rateros sinvergüenzas. Los gorritis, las Rosa María esa que se hace pasar por periodista. Un magistrado de los honestos, acaba de anunciar que ella, mofletuda, ha cometido delito al ir a pedir, a la fiscalía de la Nación, nada menos, que a su engreído Salinos le borren la carpeta delincuencial.
Pero erre que erre los pillos siguen en su ritmo de hacer picardías. Castro Arenas el dueño del JNE hace lo que quiere aceptando inscripciones de criminales y de gente de mal vivir si es que reúne los factores que le son afines; es decir, si son caviares o comunistas como es su inclinación.
Conocemos, por los destapes, que la intriga, el cabildeo, la componenda, el dame que te doy son ingredientes afines a la catadura moral de cada fiscal. — Ronronean a su alrededor, otros fiscales de poca monta, otros leguleyos de Azángaro. Alrededor, ya se dijo de aquellos, están los mermeleros del periodismo mercachifle.
Sin embargo, aún faltan fiscales decididos a meter en la cárcel al lagarto Vizcarra y la manga de corruptos que son sus partidarios.
Se destapa también y esta vez con reparto de novela las arrechuras del que ahora sabemos eran un pipiléptico igual o parecido al sucio lagarto que prefería empatarse con otro varón. Se dijo, también, en los destapes, que Otárola era un tipo ducho, inteligente capaz de maniobrar el timón muy bien. — Pero… hijita… ¿Por qué me grabas?
Ingenuo el pobre Alberto– de Alberto, nada. Sino que Gilberto. La niña ofrecía sus cariños al lagarto, a Figueredo y al que decía “te quiero” le puso la cámara al momento de empeñarse en poner en atención al desfallecido muchacho. Iluso, Gilberto porfiaba por pisar, pero el muchacho no le obedecía. Por eso y tal vez, lo echaron. Es un decir, ¡hombre, no lo tomes a pecho! Toda la novelesca caída se va destapando.
(*) Miembro (r) de la Marina de Guerra y analista político.
