Las actitudes (muchas inadecuadas y hasta ridículas que emprende la Presidenta no dejan de sorprender). Sin embargo, insistimos en que debe tratar de corregirse a sí misma en caso de que estuviera actuando lejos de malsanos consejos del secretario –en buena cuenta es la función del PCM, A. Otárola.
Ahora se le ve corriendo, sonriente como si el país estuviera en bonanza; que el ciudadano está contento con su gobierno. Caso muy extraño pues el 87% la repudia. Tiene un magro 8% de aceptación. Encuentra como un mayor logro de su gobierno anunciar su “descubrimiento” el saber que los celulares y otras especies van a parar a la “cachina” de las Malvinas. Si ella se ha dedicado a hacer las funciones del gendarme político que ha traído para ponerle el suncho en Interior, preguntemos qué chamba le ha dejado a ése.
Y si conoce donde están las especies robadas por qué no dispone que un grupo de efectivos vayan y requisen todo artefacto que no tenga boleta o factura.
De otro lado el novísimo ministro del Interior — parece un matón de ventana—no se da una vuelta por las calles, girones, avenidas de los distritos: La Victoria, Surquillo y otros donde abundan: Aviación quioscos con aros para autos de lujo, las tapas para esos, aditamentos de luces como faros y otros.
Debe visitar calles—centros de abundantes especies robadas. Parinacochas, Av. Aviación. De dónde michi proceden si el que oficia de propietario es un miserable que usa el puesto para pernoctar. Por lo expuesto por la señora presidenta da a entender que está bien informada donde están las especies robadas. Pero saben… no hace nada. Es decir, está conforme con el anuncio y nada más.
Haciendo un paréntesis es tiempo de que los 130 congresistas se pongan serios en bien del país y corten de un solo tajo ese cáncer que significan aquellos pícaros encumbrados a todopoderosos.
Entonces es malo y vergonzoso que la presidenta intente sacarle las castañas del fuego a su inocuo e incapaz ministro del Interior. De pasada debe ir oxigenando su gabinete y al primero que debe añadir al retiro es al tal Chávez de la cresta. Este último enarbola el pergamino de haber hecho gestiones en contra de la institución que representa políticamente. En otras latitudes tal acción es calificada como traición.
Volvamos a los innombrables inquilinos del callejón de la Plaza Bolívar aun cuando esta testaruda insistencia sea que taladremos sobre roca. Pero ahí vamos: Un grupete de aquellos se dejaron llevar de las narices por el pícaro “plata como cancha” y ordenó a su lacayo Soto a ir en contra de todo proyecto que no sea el diseñado por la estúpida sesera de plata como cancha. Lo que ha aprendido Soto es la maña del manirroto Wiliams el que por contentar a gil y mil se dedicó en modo regalón—filántropo con plata ajena– a disponer los tesoros del país para tener muy contentos a los fieles de su parroquia. Monseñor Williams ha dejado pues una negruzca estela a este Soto, que la está siguiendo a pie juntillas con la compra de 130 celulares. Para que los inquilinos—del callejón– no se hagan bolas para ir al hemiciclo y puedan asistir vía virtual.
Y ya ven: la presidenta no se hace bolas. Tanto, que se dice que está muy cómoda gobernando con los pícaros del congreso. Tú me das y yo te doy.
Por último, debo insistir en la sospecha de que a la mandataria la manejan como a títere el camuflado caviarón Otárola. Ha ignorado lo que en justicia se reclama. Ojo no se pide indulgencia ni dádivas. Se solicita respetar el mandato de lo dispuesto legalmente en materia de sueldos y pensiones de las fuerzas castrenses y policiales. Entonces creemos que es hechura del caviarón, ya anotado. Lo indignante, por último, es la nefasta actitud del que oficia de ministro de Defensa. ¡¡Oigan!! De defensa …¡¡¡Ninguna!!! En términos muy finos y adecuados piden a la presidenta que oxigene el consejo de ministros. Diera la impresión que la soberbia y el engaño, la dominan.