Por “delicada” gestión diplomática del Sombrerón tenemos ahora un patio trasero. Allí ha encontrado el de la Quinta un lugar donde enviar a indeseables ciudadanos repelidos por otras decentes latitudes internacionales. El llanero inmaduro celebró que le enviaran eso. Tan contento como abrigar a los de la Farc que se instruyen y preparan para hacer la vida difícil a su antagonista vecino, Colombia. Es la cobardía del tal maduro que no podría enfrentar, ni de juego, a la poderosa Colombia. Entonces prefiere socavarla alimentando a los delincuentes terroristas colombianos. Contento está que el sombrerón lo catapulte a nivel de gran demócrata. Pero el asunto no es tan jocoso, sino que la estupidez de ese nombramiento deja por el suelo el prestigio diplomático del Perú.
Lo sorprendente es que los treinta mil soles tienen más poder para algunos ciudadanos, que les hace trizas el honor. El ministro, canciller de la República Dr. Maúrtua, aceptó sin duda ni murmuraciones obediente niño asustadizo que se nombrara a un ciudadano prontuariado amigo fiel de los comunistas. No hubo reflejo alguno pues los treinta mil soles actuaron como cortina de velorio. Lo dejó sin ningún chance para ver qué calaña de individuo enviaba para que represente al Perú. Tremenda vergüenza. Recuérdese que el nombrado para Caracas fue rechazado por la hermana república de Panamá. Doble vergüenza – si es que la vergüenza tuviera doble—
Pero el asunto se torna más serio si pensamos que el sombrerón decidió que Venezuela es un estercolero para enviar deshechos. Y, lo más triste, en este caso, que el inmaduro Maduro, celebra.
Ese acto como muchos otros que ejecuta Pedro Castillo es uno más de la retahíla de decepcionantes acciones que se intuyen son hechos con alevosía y ventaja para dejar al país donde nació en los más bajos niveles de aceptación mundial. Todo por seguir obedientemente al resentido pobretón con ambiciones de ser rico, Cerrón.
Pero en reversa y con gran perfil de traidor, Cerrón intuye que su muñeco está “disparándose” por su lado con lo que le reduce la hacienda que le impide meter sus rapaces dedos. Tiene ahora la alhaja que el sombrerón le ha regalado. El tal Barrenzuela es un presente del sombrerón a su patrón Cerrón.
Mientras que estos indecentes vuelan y atacan por todos los frentes los del congreso, algunos, misma señora Alva están en “conversaciones amicales” con los del increíble papelote que astutamente inquieren por dónde va la tortuga congresal, mientras que los comunistas se convierten en liebre de fechorías. Está testarudamente dicho que las melindreses ante semejantes atorrantes bermejos y bellidos no tiene cabida en esta frontal arremetida de los delincuentes contra los decentes.
Y hablando de bermejos la prensa mermelada ya ha llamado a su cantaleta de campaña, la “ley bermejo” cuando aspira a la libertad de sembrar la coca a diestra y siniestra para “comercializarla” pucha que allí veo la mano de los sobones lucar y demás estrafalarios.
Pero eso, en el Congreso, no debe pasar. Cerrón dispone de amplia libertad para desplazarse moviendo a sus incautos. Aun cuando tiene orden de prisión preventiva. Pero qué ilusos nosotros. No lo atrapará Barranzuela ni la mitad de Barranzuela, ni de a cañones.
Es su yunta; su compinche. Entonces es difícil tanto como pedirle peras al olmo. Otra chamba a los que del Congreso deben abocarse ya. Sin descuidarse de tener en carpeta la vacancia de Pedro Castillo como tema prioritario.
De otro lado y hablando de corruptos. El semanario del chato en sus trece da cuenta de uno más que sinvergüenza fiscal choro y chantajista. Sorprendente que otros fiscales de mayor jerarquía se hagan de la vista gorda. Preguntemos ¿a qué se dedica la Zoraida? Tal es el festín de los fiscales que le ha dado bríos a lagarto para pedir una curul. Felizmente ya le dijeron que vaya a bañarse en alguna que otra ciénaga. Pero… no lo encarcelan… todavía. Cierro.
(*) Miembro (r) de la Marina de Guerra y analista político.