Han pasado 202 años, desde que un 28 de julio del año 1821 el generalísimo José de San Martín proclamó nuestra independencia nacional en la plaza de armas de Lima, independencia que para algunos historiadores recién se concretó con el primer gobierno y presidente peruano, José de la Riva-Agüero en 1823.
Ni bien se nos entregó la independencia y dejamos de formar parte de las colonias de la monarquía del imperio español, comenzamos una guerra absurda, estéril y fratricida entre nosotros, que nos llevó a que los dos primeros presidentes del Perú, José de la Riva Agüero y José Bernardo de Tagle cumplieran apenas 4 y 6 meses de gobierno respectivamente.
Estos desacuerdos continuaron y orillaron al país a que sus 19 primeros mandatarios sean militares, en una especie de liderazgo castrense casi dictatorial impuesto siempre por la fuerza de las armas.
Solo así lográbamos como país obligarnos a ponernos de acuerdo, casi medio siglo de militarismos que terminaron con la llegada al poder de Manuel Justo Pardo y Lavalle, economista peruano que parecía ser la solución de un país en permanente discusión, desgraciadamente para nuestra patria el asomo de la guerra del pacífico y el poco tiempo de preparación para el conflicto nos orilló nuevamente a buscar un autoritarismo competitivo que nos lleve a tener éxito en el conflicto armado que se avecinaba.
Lamentablemente nos equivocamos al elegir, siendo derrotados y ocupados.
El 17 de enero del 1881 las tropas chilenas ingresaban a invadir Lima, 2 años, 9 meses y seis días de ocupación Chilena, no fueron suficientes para enseñarnos que solo buscando consensos podremos salir adelante como nación.
Hoy nuestra clase política es el reflejo de nuestras taras regionales, de nuestros miedos y prejuicios, que si eres de izquierda, que si eres de derecha, que si eres quechua, criollo o aimara, todavía pareciera que no nos percatamos que al haber optado por un sistema de organización social como el democrático.
Esto nos obliga a la argumentación racional como único instrumento de mejora y cambio, Perú no tiene un monarca, Rey ni dictador que imponga sus ideas a raja tabla.
Los políticos deben ponerse a trabajar en buscar coincidencias para desarrollarnos, la democracia exige consensos y decisiones políticas colectivas para avanzar como país, los ciudadanos queremos resultados.
No nos importa si quien logra reducir los índices de pobreza es derecha, o si quien mejora la educación es de izquierda, o si quien logra aumentar la seguridad ciudadana es quechua, aimara o criollo, los peruanos queremos resultados ya.
Felices fiestas patrias, ¡Viva el Perú!