El 07 de junio de este año en el “El Salvador”, su Congreso aprobó abrumadoramente con una votación de 66 contra 8 votos, la reducción del número de diputados de 84 a 60 escaños.
La medida fue planteada a través de un proyecto de ley presentado por el presidente Nayib Bukele en su discurso frente al parlamento por los cuatro años de su gestión.
Esta iniciativa entre otras, fueron acogida con mucha alegría por la mayoría de la población salvadoreña.
En el Perú, al día siguiente, el 8 de junio, ha sido un día sombrío más para nuestra ya tan golpeada democracia. Y es que nuestro sumamente desprestigiado Congreso de la República tomo la decisión de someter a votación una iniciativa que quizás por su forma parecería positiva pero analizando sus implicancias no es más que una habilitación a los actuales parlamentarios para una relección escondida.
Gracias a Dios este atropello en contra de la voluntad popular no consiguió los votos necesarios para aprobarse sin ir a un referéndum, mecanismo además que hace unos años les quitó a los legisladores la posibilidad de reelegirse con una votación de 85% a favor de la no reelección, lo cual se materializó con la ley 30906, norma del 09 de diciembre del 2018 que prohíbe la reelección.
Otro tema consultado en el “Referéndum Vizcarra” fue el de la posibilidad de volver a tener un Parlamento bicameral, dando como respuesta que 90% de los peruanos no deseábamos el sistema de dos cámaras por considerarlo innecesario.
Increíblemente el parlamento con 86 votos volvía a plantear otro referéndum para repreguntar lo que ya fue consultado hace apenas cuatro años.
Ahora increíblemente un grupo de congresistas presentó una reconsideración a la aprobación para la consulta ciudadana y pretenderían volver a arremeter contra la voluntad de las mayorías, intentando obtener a como dé lugar los votos necesarios para no someter al escrutinio público la bicameralidad e ir contra el deseo de todos nosotros.
El proyecto que se intenta aprobar incluiría además la posibilidad de que algunos de ellos puedan reelegirse de manera escondida, ya que habría 50 senadores adicionales a los 130 diputados.
Esto traería consigo mayor gasto no solo en los abultados salarios de la media centena de nuestros nuevos parlamentarios sino que además cada uno viene acompañado de toda una corte de personal, secretaria, técnicos, asistentes, gastos de representación, seguridad y asesores, quedando un congreso con 180 miembros.
El gasto aumentaría por lo menos un tercio de su presupuesto anual. Una evidencia añadida de que es una reelección camuflada es que para ser senador te pedirían tener no menos de 45 años o haber sido congresista anteriormente, esperemos que los congresistas reflexionen.
Que la ciudadanía y la prensa ejerzan presión para que esta intención no pase de eso, un exabrupto adicional de este parlamento impopular, inmoral y que no escucha a la ciudadanía que lo eligió.