Hace algunos días se celebraron los 80 años de relaciones diplomáticas entre Perú y Canadá, está festividad fue la ocasión perfecta para que nuestro canciller haga algo que hace décadas no se hacía en nuestro país, que es hacer respetar nuestra autonomía, independencia y soberanía frente a potencias mundiales que en un claro intento de intromisión en nuestra política nacional emitieron un comunicado poco “feliz” respecto a una decisión independiente y soberana de nuestro Congreso de la república.
Este había aprobado un dictamen de ley, que corrige algunos aspectos de la norma que crea la Agencia Peruana de Cooperación Internacional (APCI), el dictamen propone mayor fiscalización y control respecto de cómo se usan los fondos recolectados en el mundo, por las organizaciones no gubernamentales, utilizando para ello la imagen y falencias de nuestros compatriotas más necesitados.
Este es un problema que se arrastra hace décadas, hay organismos no gubernamentales muy serios y que realmente captan estos fondos paras ayudar a las poblaciones vulnerables, pero también hay quienes manipulan a nuestros hermanos más pobres para recolectar dinero, lucrar y solo mantener aparatos administrativos elefantiásicos muy bien pagados, ideologizados y sin que un sol de estos ingresos obtenidos con la situación de desgracia ajena, llegue a los verdaderos beneficiarios para sacarlos de esta situación.
Nuestro canciller Javier Gonzales-Olaechea, aplicando brillantemente la teoría planteada hace décadas por el diplomático sueco y ex secretario general de las Naciones Unidas, Dag Hammarskjold, de la “Diplomacia preventiva”, fue contundente y directo en un discurso que debería ser caso de estudio de nuestra escuela diplomática, en esta celebración de los 80 años de hermanamiento con Canadá, el canciller intervino para dejar en claro que nuestra patria, es soberana, libre e independiente, que cualquier acto de intromisión extranjera en la decisión de los peruanos sería tomada como una agresión, siendo rechazada venga de donde venga.
Como país es momento de dejar la “mentalidad de rebaño”, el miedo a presiones internacionales que pretenden enseñarnos como administrar y gobernar nuestro país, es necesario que recuperemos el brillo internacional sentando posiciones, siendo firmes y no simplemente dándoles el amen a quienes teniendo otra idiosincrasia, situación económica y geografía pretenden darnos lecciones que ellos mismo no aplican en sus territorios.