El estado peruano se ha convertido en una organización elefantiásica, ineficiente e incapaz de lograr cumplir los objetivos para satisfacer las necesidades básicas ciudadanas como seguridad, salud, educación, trabajo y otras tantas carencias que sufrimos los peruanos.
La burocracia estatal ya superó el millón y medio de funcionarios públicos, lo que representaría el 9.6% de la población económicamente activa de la nación si tenemos en cuenta que esta se estima en 16 millones y medio aproximadamente.
Esta ratio que supera los estándares de países como Japón (6%), Corea del Sur (8%) y que se acercaría más a los niveles de naciones como Alemania (11%) y Suiza (10%), nos mostraría que estamos sobredimensionados en el tamaño del Estado y su burocracia.
Es decir, gastamos porcentualmente más dinero en la parte administrativa de los diversos estamentos estatales, que países del primer mundo como los antes mencionados, teniendo en cuenta que si nos remitimos a los resultados obtenidos, Alemania y Suiza con un porcentaje de burocracia versus población económicamente activa muy cercano al nuestro, tienen un estado mucho más eficiente y cumple con las expectativas de su población.
Esto nos deja como lección para aprender que debemos desburocratizar el Estado y reenfocar la mayor cantidad de recursos para inversiones, ya sea en obras, seguridad, salud, educación y cualquier otra que se refleje en la mejora de nuestro capital humano nacional.
Perú supera a países como Japón y Correa del Sur, con un mayor porcentaje de empleados estatales en relación al número total de personas que cuentan con un empleo en sus países.
Esto debe ser un fuerte llamado de atención para quienes piensan que a más burocracia estatal se tiene un Estado más eficiente, fuerte o presente.
Es decir, este criterio es totalmente errado, debiendo aspirar a tener un servicio civil, pequeño, eficaz y entregado a llevar a cabo las políticas públicas que planteen quienes ganaron las elecciones en las diversas entidades y niveles de gobierno.
Esta labor de hacer una organización estatal, más pequeña y eficiente debería estar en manos de servir, entidad rectora del sistema administrativo de gestión de los recursos humanos del sector público.
Es así que es la llamada a velar porque nuestro cuerpo de servidores que integran el servicio civil, este debe ser de personas capaces de desenvolverse con el personal justo para lograr sus objetivos reduciendo el aparato estatal y logrando estándares de eficiencia necesarios para poder avanzar como país.
