El domingo 04 de enero el pueblo salvadoreño fue masivamente a las urnas a elegir a quien decidirá los destinos de su nación durante los próximos 5 años.
Su población logró vencer el ausentismo histórico y desánimo crónico en este tipo de procesos electorales que hasta hace cinco años solo les mostraban opciones de un continuismo corrupto y violento que enfermada a su patria.
Hoy El Salvador le ha dado una gran lección a toda América Latina y el mundo, su actual Presidente Nayib Bukele y hoy presidente electo logró contar con el mayor respaldo registrado en una elección abierta y democrática en la historia del mundo, lección esperanzadora para países latinoamericanos que soñamos con la posibilidad de unirnos y votar por alguien que verdaderamente nos represente, que realmente quiera hacer un cambio profundo y radical en nuestros países.
Nuestros pueblos añoran medidas prácticas y que funcionen, no necesariamente calcos ni copias extranjeras, sino fórmulas nacionales que tomen como ejemplo a próceres de nuestras historias que soñaron con una patria grande, con políticos honestos que busquen el bienestar colectivo y la pacificación de la delincuencia en nuestras ciudades.
En el Perú vemos a algunos políticos trasladar la responsabilidad de tener los gobernantes que tenemos a los electores que los eligieron.
En términos prácticos nos dicen que los pueblos víctimas de los políticos delincuentes son culpables por haberlos elegido.
Mucho se habla que debemos aprender a votar y quizás sea cierto, pero también lo es que dentro de las opciones que nos dan las organizaciones políticas tenemos que optar por el mal menor, o si lo ponemos en términos médicos como lo dijo Mario Vargas Llosa, tenemos que elegir “entre el cáncer o el sida”.
Esta situación sórdida kafkiana solo terminará cuando nos comprometamos a asumir una labor conjunta como sociedad, jubilando con nuestros votos a partidos políticos y políticos corruptos e ineficientes, pero también eligiendo a líderes con el conocimiento y coraje suficiente para reescribir para mejor nuestra historia nacional. Si El Salvador lo pudo hacer nosotros también.