Hace unos días el Premier Gustavo Adrianzen ratifico la importancia de llevar a un debate nacional la posibilidad de implementar la pena de muerte en nuestro país, algunos sectores políticos lo acusaron de intentar generar una cortina de humo para desviar la atención periodística de temas de corrupción del gobierno, pero más allá de cualquier tipo de especulación maliciosa, creo que debemos preguntarnos realmente la necesidad de esta medida como mecanismo de profilaxis social en el Perú.
Nuestro ordenamiento jurídico que tiene sus raíces en el derecho romano, recoge figuras como la “lex Servilia de repentundis” que contemplaba sanciones drásticas como la pérdida de derechos políticos, nuestra constitución política establece en su artículo 33, que el ejercicio de la ciudadanía tiene causales de suspensión, como lo son las penas privativas de la libertad, sentencias con inhabilitación de los derechos políticos y resoluciones judiciales de interdicción. Ante la ola de delincuencia, cabe entonces preguntarnos, si sería correcto darle la posibilidad a un juez de analizar, juzgar y determinar, si al ser tan execrable un crimen, sin un ápice de humanidad, si se debe extirpar a este delincuente definitivamente de nuestra sociedad.
Los derechos humanos son justamente para humanos, es decir un ser viviente con determinadas características que lo identifican como tal, ¿Qué humanidad hay en un violador de niños o mujeres?, ¿Qué ser humano podría asesinar a otro disparando al azar con la finalidad de grabarse para colgar el video en las redes sociales para causar terror y extorsionar al prójimo?, ¿Qué ser viviente merece llamarse persona cuando le quita la vida a otro por el pago de unas monedas?
Siendo católico, personalmente apoyo la pena de muerte, para delitos contra la vida, el cuerpo y la salud. No podemos pretender que por el solo hecho de nacer, tengamos el derecho a violar y asesinar sin la consecuencia de que se nos extirpe de este mundo, los derechos humanos se deben ganar, demostrando humanidad y no prescindiendo de ella.
¡Sí, a la pena de muerte!, por las decenas de miles de muertos en manos de criminales, apoyemos todos esta propuesta.