Por: Arturo Bobbio C. // Perú, la sociedad de la desconfianza

por | Sep 20, 2024 | Opinión

Hay sociólogos que consideran que el tránsito obligatorio para madurar como sociedad es necesariamente pasar por una guerra fratricida, tocar fondo como país para percatarnos que no progresaremos sin ponernos de acuerdo, piensan que el consenso es fruto de tomar esa vía casi suicida que nos lleva al límite de la extinción pero que tiene como resultado, obligados por la historia y la experiencia, la necesidad de ponernos todos a remar hacia un solo objetivo nacional donde llegar.

En Perú, estamos viviendo en la era de la sospecha, del principio de culpabilidad, donde apenas saludar a alguien que conoces, que es sospechoso de algún delito, te convierte en culpable o te incrimina, aunque no tengas absolutamente nada que ver con su posible accionar delictivo.

La sociedad en su conjunto tiene un alto índice de desconfianza interpersonal alimentado por lo que ven en la política y reproduce la prensa, se genera ese sentimiento y nos embarcamos en luchas intestinas de todos contra todos, las discusiones estériles que no llevan a ningún lado alimentan el sentimiento ciudadano de que se debe desconfiar de todos, el objetivo de medios de comunicación, grupos de interés y líderes políticos es destruir al enemigo y quienes se acerquen a él. Esto nos deja como consecuencia un clima de inestabilidad, el mundo y los inversionistas nos ven como gente primitiva sin la capacidad de ponernos de acuerdo, a pesar de la inmensa riqueza de nuestra geografía y recursos naturales ven un ambiente hostil para sus inversiones y migran a países donde sus escenarios políticos son más predecibles y estables.

Según un estudio de Ipsos, Perú tiene apenas 17% de índice de confianza interpersonal, cifra bajísima, por debajo de Argentina, Chile, Colombia y ni hablar de países del primer mundo, como Italia que bordea el 39%, Austria con 41% y Estados Unidos con 33%, en pocas palabras no tenemos confianza entre nosotros mismos.

Las naciones más poderosas son aquellas en que sus ciudadanos confían entre ellos y en sus instituciones, las economías más prosperas desarrollan sus actividades más fructíferas en un ambiente de confianza entre los pobladores, los bienes y capitales fluyen más rápido, muchas veces primero de palabra para posteriormente legalizarse con contratos o documentos.

El gobierno peruano debe impulsar la confianza entre sus habitantes, incentivando por ejemplo que la palabra valga tanto como un contrato, dando sanciones drásticas para los delitos de estafa, perjurio y falsificación de documentos, los peruanos debemos buscar confluir en una misma visión de país, respetarnos entre nosotros y dejar atrás el síndrome de “Caín y Abel”, buscando coincidencias y confiando más entre nosotros mismos, solo así lograremos dinamizar nuestra economía y salir del subdesarrollo.


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