Hace más de cien años, un 15 de enero de 1919, el presidente José Pardo oficializo la jornada laboral de 8 horas diarias en el Perú, este logro se dio fundamentalmente por la intervención de los estudiantes, ya que la Federación de estudiantes del Perú, encabezada por Felipe Chueca, quien a pedido del comité de la huelga, asesorado por Víctor Raúl Haya de La Torre, recibe una nota pidiéndole que medie entre los huelguistas y el ministro de fomento, este papel conciliador de jóvenes estudiantes llevaron a buen puerto las conversaciones lográndose que el presidente emita el “Decreto Supremo sobre la Huelga” donde se establecía las ocho horas laborales en los talleres y establecimientos estatales, mientras que para el sector privado dichas jornadas de trabajo serían determinadas por acuerdo mutuo entre el empleado y los dueños de los negocios, esta decisión se dio con el apoyo mayoritario del empresariado, ya que ellos calculaban que esta medida no impactaría relevantemente en su productividad.
Más de un centenio ha transcurrido desde esa histórica jornada, que hoy nos debe llevar a analizar la posibilidad de establecer un nuevo pacto social laboral en nuestro país, la tecnología y alta industrialización de nuestras fábricas que hoy maximizan la producción de nuestras factorías, nos obligan a replantearnos nuevamente la reducción de la jornada laboral en nuestra patria y sobre todo la calidad de empleo que tenemos. Según un estudio del observatorio Laboral del Banco Interamericano de Desarrollo, que mide la calidad del empleo en América Latina, Perú estaría dentro de los países con más bajo índice de calidad de trabajo en Latinoamérica, solo por encima de Nicaragua, Guatemala y Honduras. Esta cifra es producto de básicamente dos indicadores, el primero la formalidad laboral y el segundo la tasa de trabajos con salario suficiente para superar la pobreza, Uruguay, por ejemplo, lidera el ranking de países no solo con mayor cantidad de trabajos, sino con mayor calidad de los mismos.
Ahora cabe preguntarnos a todos los peruanos porque Uruguay, estando en estos momentos debatiendo bajar las horas laborales semanales a 40, y ya habiendo fijado un límite doble para sus trabajadores, reduciendo el tiempo trabajo por semana de 48 a 44 para el comercio y otros sectores, sus niveles de desempleo y calidad del mismo han mejorado al punto de ser el país número uno en calidad de empleo, el segundo en cantidad y el primero en mejores trabajos.
La rebaja de la jornada laboral se ha convertido en una necesidad, cada día pasamos menos tiempo con nuestras familias, la virtualidad ha extendido nuestra presencia inmaterial a prácticamente contestar a nuestro centro de labores ante cualquier emergencia las 24 horas del día, viendo esto no sería justo y necesario una propuesta legislativa para reducir nuestra presencia laboral?
El Ministerio de Trabajo, el Consejo Nacional de Trabajo y Promoción del empleo o cualquier bancada, deben poner al debate nacional esta iniciativa con la que ya muchos de los países de la región gozan, no esperemos a ser siempre el furgón de cola en materia de derechos laborales.