Hace tiempo que en el mundo se ha afianzado y apoderado de muchos gobiernos un grupo que ha descubierto la forma de llenarse los bolsillos y vivir a costa de los demás. Este grupo se hace llamar “progresista” en algunos países, en otros se llaman “socialistas” o “comunistas” o “izquierdistas”, etc. En el Perú los llamamos “caviares”.
La forma de llegar al poder es sencilla. Como en todas partes existe pobreza, este grupo vende a los pobres la ilusión de que el estado los va a mantener y no sólo cubrirles los gastos sino asegurarles todos los servicios de salud y bienestar. Una vez logrado su objetivo de ser electos tratan de que los pobres sigan siendo pobres y que no tengan educación para que no capten la realidad. Y luego para mantenerse en el poder tratan de cambiar la constitución para asegurarse.
Para lograr sus objetivos siguen la misma fórmula señalada por Stalin que decía: “No es importante quien vota ni por quien lo hace. Lo importante es Quien cuenta los votos.”
Y eso es lo que ha pasado en Venezuela y también el Perú. Apenas me enteré de que los votos de los venezolanos en el exterior no se iban a contar en mesa sino en los consulados y no sé exactamente donde en el propio Venezuela supe que Maduro había ya diseñado el método de salir reelecto con más votos que la oposición. Ello, a pesar de que el primer dato que la prensa ofreció fue que en Australia el Sr. Gonzales obtuvo 743 votos frente a 3 de Maduro. Y fue lo que ocurrió, el organismo electoral venezolano proclamó la victoria de Maduro. Igual pasó en el Perú, el Comité Electoral proclamó a Castillo y uno de sus miembros renunció por el fraude que ello representaba.
Esto significa que hay mucho dinero de por medio para “comprar” a las autoridades electorales. Efectivamente, este grupo se las ingenia para captar millones de interesados en ganar fácilmente más dinero del que tienen y no faltan ingenios a los que convencen para que aporten. Además, en el caso de Perú, nuestros caviares son por lo general gente que nació en “cuna de oro” y que nunca en su vida trabajaron para producir algo, salvo la compra de “autoridades” y graduarse en el manejo de la “corrupción”.
¿Pero, por qué escribo esta nota? La razón principal es que me preocupa hondamente la elección más importante de este año: la del presidente de los Estados Unidos, en noviembre próximo.
Y me preocupa porque tengo la impresión de que el Sr. Biden no ganó la última elección, sino que hubo un manejo extraño de los votos en estados clave.
Y es muy importante que se respete la voluntad de los votantes. Se debe asegurar sobre todo hoy en día en que los avances tecnológicos son tan grandes que el recuento puede ser manipulado fácilmente por quienes conforman la más alta autoridad electoral y que por lo general son nombrados por el gobierno de turno.
Los ejemplos de fraude que se suman al de Venezuela pueden ser enumerados fácilmente y son reconocidos internacionalmente, pero es difícil demostrarlo porque los interesados han aprendido todas las técnicas para ocultarlos.
Es más aún estoy convencido que en el caso de Argentina la victoria de Milei fue tan abrumadora que fue imposible le robaran la elección cuyo resultado oficial no refleja el tremendo apoyo que tuvo.
Siento no sólo preocupación por el futuro de las elecciones sino porque quienes deben hacer respetar la voluntad de los votantes no lo hacen, como debían ser los organismos internacionales o las fuerzas armadas en cada país y prefieren con cobardía aceptar resultados por amenazas de grupos terroristas como por ejemplo Sendero Luminoso en el Perú, el grupo terrorista de Colombia que amenazó con un baño de sangre si no elegían a Petro, la amenaza de Maduro en el mismo sentido, las extremas izquierdas sobre todo islamistas, entre otros.
Ojalá el mundo reaccione y las autoridades democráticas hagan cumplir la ley y la voluntad de los votantes en forma efectiva y no con simples dec
- laraciones.