Las elecciones en Alemania, adelantadas tras el colapso del gobierno de Olaf Scholz del partido Social Demócrata (SPD) y su ideología progresista, han reconfigurado el panorama político, reflejando un país dividido. La coalición de la Unión Demócrata Cristiana de Alemania y la Unión Social Cristiana de Baviera (CDU/CSU), liderada por Friedrich Merz, regresa a la arena política como el partido más votado con un 28,5%, pero sin mayoría absoluta, mientras la ultraderechista Alternativa por Alemania (AfD) alcanza un histórico 20,7%, consolidando su poder en la antigua Alemania Oriental. El SPD sufre su peor resultado desde los años 80, con 16,5%.
La brecha entre la Alemania occidental conservadora y la antisistema ex Alemania oriental se acentúa. La AfD, partido que surge en 2013, capitaliza el descontento social con su discurso antinmigración y antieuropeísta, duplicando la participación lograda en 2021. Ello fuerza a los partidos tradicionales a mantener el “cortafuegos” político que evita alianzas con la extrema derecha. Sin embargo, el creciente apoyo refleja un cambio y preocupaciones ciudadanas de una Alemania con tendencias mayoritarias de centro, donde la migración, seguridad y economía dominan la agenda electoral.
Merz enfrenta el reto de formar gobierno en un parlamento fragmentado. Si bien descarta alianzas con la AfD, una coalición CDU-SPD apenas rozaría la mayoría necesaria, explorando posibles acuerdos con Los Verdes en un gobierno tripartito, con diferencias ideológicas que complican las negociaciones.
La prolongada recesión desde 2019, crisis energética y presiones migratorias marcan la agenda tras años de retraso tecnológico y presupuestos enfocados en una transición verde que hoy refleja preocupantes resultados económicos. Merz propone reactivar la economía flexibilizando el «freno de la deuda», aumentando el gasto en infraestructura y defensa, pero enfrentará temas de Bienestar Social frente a una población habituada a los seguros de desempleo. En seguridad, prevé políticas migratorias más estrictas y mayor inversión militar, alineadas parcialmente con las demandas de la OTAN.
La relación con Estados Unidos será clave a partir de las tensiones entre la administración Trump enfrentada a Europa, sin dejar claro hasta donde podrá llegar en el conflicto en Ucrania. Las presiones contra el viejo continente muestran niveles superiores a los ejercidos con China, a quienes ha impuesto solo aranceles del 10%.
Merz, abogado de 69 años, comienza su trayectoria política en 1972, ocupando cargos en el Parlamento Europeo (1989-1994). Como consecuencia de su gran rivalidad con la excanciller Angela Merkel (2005-2021) se retira de la política, alejado del Bundestag hasta su regresó en 2022 como presidente del grupo parlamentario de la CDU/CSU, ejerciendo el liderazgo de la oposición en el Parlamento.
Merz hizo su fortuna trabajando en el sector privado como abogado y consultor entre 2016 y 2020, siendo presidente del consejo de supervisión del fondo de inversión estadounidense BlackRock, una de las más grandes administradoras de riesgo del mundo. Su fuerte perfil empresarial y capacidad de negociación directa, podría generar empatía con Trump, quien valora el liderazgo firme; sin embargo, las diferencias en la gestión de la guerra en Ucrania podrían generar tensiones. Mientras Trump presiona por un acuerdo rápido, Merz busca equilibrar el apoyo a Kiev con la estabilidad europea.
Alemania se encuentra en un punto de inflexión. El auge de la ultraderecha y las tensiones geopolíticas redefinen su papel en Europa. La gestión de Merz, marcada por su enfoque empresarial y conservador, enfrentará un importante reto: mantener la estabilidad interna mientras navega entre las presiones estadounidenses, la crisis ucraniana y una Europa debilitada.