El 7 de octubre de 2023 marcó un punto de inflexión en la historia de Oriente Medio. El ataque sorpresa perpetrado por Hamás desencadenó eventos, reconfigurando dinámicas geopolíticas. La masacre dejó profundo dolor en la sociedad israelí, reviviendo temores históricos, cuestionando una seguridad forjada por décadas. Familias enteras afectadas, civiles tomados como rehenes, desataron una crisis humanitaria y emocional.
Ari Shavit, periodista y columnista, analiza la situación explicando un ataque que puso en evidencia el rol protagónico de Irán y su influencia en grupos como Hamás, Hezbolá, hutíes y milicias chiíes. Este «Eje de la Resistencia» recibe apoyo y armamento de Teherán, incluyendo misiles, amenazando la estabilidad. Manipulados con rehenes el conflicto se agrava, afectando a civiles inocentes en múltiples frentes.
La respuesta de Israel fue contundente, lamentables ataques en Gaza causando muerte y destrucción. La comunidad internacional percibió la confrontación como una lucha desigual de un David y Goliat modernos. Pero la guerra no es contra el pueblo palestino, sino contra Hamás, que puso en riesgo a su propia población con tácticas de escudos humanos, almacenando armas en zonas civiles.
La gestión del primer ministro Benjamin Netanyahu ha sido criticada por debilitar instituciones estatales y provocaciones innecesarias. La fragmentación interna afecta su capacidad de respuesta, evidenciando la necesidad de reconstruir la resistencia, redefiniendo la estrategia frente a nuevos desafíos.
No obstante, Israel ha mostrado resiliencia y adaptabilidad. Un cambio de estrategia permitió recuperar la fortaleza militar con operaciones en Rafah y ataques precisos que neutralizaron a la dirección de Hezbolá. Pero, estas tácticas son insuficientes sin una clara visión estratégica. El problema central es Irán cuyos avances nucleares amenazan la estabilidad regional y global.
Esta guerra es una lucha por la libertad y seguridad frente a objetivos expansivos de Irán, defendiendo valores de democracia, libertad y estabilidad, sin violencia, para lograr una solución sostenible. Con apoyo internacional, el gobierno libanés puede implementar las resoluciones 1559 y 1701 del Consejo de Seguridad de la ONU, desmantelar la milicia chií, desmilitarizando las fronteras para que libaneses e israelíes regresen sanos y salvos a sus hogares, sin amenazas de ataques.
Hamás debe liberar a todos los rehenes restantes. Entregar Gaza a una coalición árabe-palestina liderada por los Emiratos Árabes Unidos podría facilitar la reconstrucción de la franja, con un gobierno post-Hamás desmilitarizado, orientado al bienestar de su población, aliviando el sufrimiento de gazatíes con una paz duradera.
Líbano, Palestina, Estados Unidos, la OTAN, Israel y gobiernos árabes moderados deben unir fuerzas para prevenir la nuclearización iraní, deteniendo su expansión regional. Inspirados en la alianza forjada durante la Segunda Guerra Mundial, esta nueva coalición podría formar una organización de defensa en Oriente Próximo, contrarrestando amenazas comunes, normalizando relaciones entre Israel, Arabia Saudita, renovando el proceso de paz con Palestina, acabando los conflictos.
No se pueden repetir errores del pasado, palestina necesita una autonomía revitalizada, aplicación efectiva de la ley, previniendo la violencia extremista. Los israelíes tienen derecho a vivir con seguridad y los palestinos de Gaza y Cisjordania merecen disfrutar de libertad, dignidad y prosperidad. Solo el reconocimiento mutuo y respeto podrá construir un futuro compartido.
El ataque del 7 de octubre fue más que un episodio aislado; promovió acontecimientos multidimensionales con implicaciones globales. Representa el fin de la era de estabilidad y prosperidad de la Pax Americana, evidenciando la necesidad de respuestas coordinadas y firmes.
Estados Unidos y Occidente deben reconocer la amenaza que representa Irán. Los ayatolás de Teherán no se detendrán, tienen el respaldo de potencias como China y Rusia. Israel debe restablecer el equilibrio para defender sus valores frente a amenazas externas. Ignorar peligros actuales podría tener consecuencias devastadoras globales.
A un año del ataque del 7 de octubre es importante reflexionar y actuar. Solo un liderazgo valiente e inspirador evitará que lo impensable se convierta en realidad. La construcción de alianzas sólidas, compromiso de paz y seguridad son esenciales para un futuro en el que todas las naciones puedan lograr armonía.