El Perú será sede por tercera vez del foro económico y comercial APEC 2024, que reúne a 21 economías de Asia-Pacífico, las cuales representan el 54 % del PIB mundial y el 44 % del comercio global. Si en 2016 la estrella de la cumbre fue el “zar” Vladimir Putin, presidente de Rusia, este año los reflectores se posarán en Xi Jinping, el todopoderoso líder chino. A él se le unirá en visita oficial el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, junto con los mandatarios de Corea del Sur, Vietnam, Tailandia, Singapur y Brunéi. Ellos, junto a los representantes de otras 17 economías, colocan al Perú nuevamente en el centro del tablero geopolítico mundial. Si la mayoría de los peruanos comprendiera la importancia de este foro para el desarrollo del país y enfocara sus esfuerzos en aprovechar el impulso comercial que eventos de esta magnitud traen, demostraríamos ser un país maduro, responsable y con visión de futuro. Esto cobra aún mayor relevancia considerando que esta edición presenta un plato fuerte: la inauguración del mega puerto de Chancay y el potencial eje que se conformará junto al histórico puerto del Callao, ambos a una distancia de 73 km. Las disputas y los amagos de huelga deberían ser solo una anécdota; un país saca a su gente de la pobreza únicamente creando riqueza, y esta se genera trabajando, fomentando la inversión privada y potenciando nuestras mejores armas comerciales: la agroindustria, la minería, la pesca, el turismo, entre otros.
La APEC, comercialmente hablando, es el futuro del mundo. Los países que forman parte de este foro de cooperación marcarán la pauta en lo que resta del siglo y representarán una palanca de desarrollo para erradicar la pobreza en nuestras naciones. Con una población conjunta de más de 2,700 millones de personas, este es un mercado sediento de productos de todo tipo que, en mi opinión, no hemos explotado al 100 %. Es necesario que este cónclave tome decisiones profundas. Además de las 21 delegaciones confirmadas, se espera la participación de más de 1,200 empresarios de esta región, dispuestos a invertir, exportar y, sobre todo, a conocer nuestro país. Las oportunidades son impresionantes y los retos aún mayores.
Si tuviéramos que ponerle un nombre a este desafío, sería el “mega puerto de Chancay”: una inversión privada entre Cosco Shipping Ports Limited y la minera Volcan, que cambiará el rostro del Perú para siempre y que ha despertado tanto envidias internas como externas, debido a sus cifras impresionantes y a un futuro aún por concebir. El gran reto del Estado peruano será crear la infraestructura necesaria para alcanzar el máximo potencial de esta zona. Esto incluye el tren de cercanías que conecte Chancay y el Callao, haciéndolos totalmente complementarios; la creación de una zona industrial para la manufactura y el empaque de productos; y dotar a la ciudad de todos los servicios básicos. Tengamos en cuenta que esta área experimentará un crecimiento exponencial, pasando de 60 mil habitantes a 500 mil habitantes en unos años. En pocas palabras, el Perú tiene que estar a la altura de su destino y de su historia.
Analista Internacional