“Los Latín Kings (banda de delincuentes ecuatorianos) me recuerdan mucho a los Boy Scouts, yo también he sido Boyscout a los 7 años con principios, con sus leyes, con su hermandad”, Rafael Correa, expresidente del Ecuador
Con esta premisa dada en 2007 se inicia la claudicación, el nefasto pacto entre la justicia y la delincuencia, cargando la responsabilidad a la sociedad de la existencia de bandas criminales, muy al estilo del jurista argentino Zaffaroni y claro, como no, al estilo del Socialismo del Siglo XXI.
El drama del Ecuador se da por la negligencia de sus autoridades, por dejar hacer y dejar pasar, por el conformismo, por pactar con la delincuencia, por renunciar al “monopolio de la fuerza” como dijo en su momento el sociólogo alemán Max Weber (la facultad que tiene el estado de desplegar legítimamente la coacción sobre cualquier persona).
Ecuador ya esta en el top 10 de los países con mayor criminalidad del mundo, según un informe de la organización contra el crimen organizado, nuestro vecino ha tenido el mayor crecimiento de los mercados criminales en la región y esto coincide con la falta de autoridad, esa treta de querer dialogar y pactar con la delincuencia trae como único resultado la explosión del crimen, la falta de respeto a las normas. Nunca se puede dialogar con quienes delinquen porque el efecto que causa es el contrario a lo que espera la casta política tradicional.
El narcotráfico tiene una responsabilidad mayúscula en la crisis de seguridad del país del norte aprovechando su economía dolarizada, ingentes sumas de dinero que se “lavan” a diario, dando por resultado la terrible estadística de una persona muerta cada 69 minutos. Pero, la violencia no es patrimonio de Guayaquil, se expande a otras ciudades como Manta, Quevedo y Quito, aprovechando la casi nula autoridad estatal, dejando al garete el manejo de las prisiones que de cárceles pasaron a ser servicios de inteligencia delincuencial. Está claro que la reestructuración de Lenin Moreno de eliminar varios ministerios e instituciones en el 2018 salió muy mal.
Era cuestión de tiempo para que el crimen tomara la iniciativa e incendiara el país, mirar a otro lado creyendo “respetando” los dominios del delito es una cobardía que se paga muy caro.
El Perú esta por la misma senda, no somos ejemplo de nada, los índices de delitos suben cada día, es ahora que tenemos que actuar dotar a nuestra policía de más y mejores servicios de inteligencia, descabezar las bandas organizadas muchas de las cuales actúan como en el Ecuador desde las misma prisiones y el estado tiene y debe proteger al ciudadano de bien y juzgar y condenar al delincuente sin concesiones sin tratos, nada de “boyscout” ni monsergas socialistas, al pan pan y al vino vino, la cuenta regresiva empezó, avisado estamos.
(*) Internacionalista