Las tendencias se cumplieron. Lo que vaticinamos en entrevistas y en otras columnas se hizo realidad: Donald Trump ha sido elegido como el 47.º presidente de los Estados Unidos de América. Ganó con autoridad. ¿Y ahora qué sigue? Simple: cumplir sus promesas. Debe comprender que su país está dividido en dos, que coexisten dos mundos distintos. Uno de ellos valora la familia, la fe y las tradiciones, mientras que el otro se fundamenta en el globalismo/progresismo, en la religión climática, la ideología de género y otras ideas asociadas con la Agenda 2030, cuyos despropósitos son, a menudo, irracionales y contrarios a la ciencia.
Su gran tarea en el ámbito internacional será volver a colocar a Estados Unidos como protagonista, fortaleciendo su diplomacia, poniendo fin a la guerra en Ucrania y mediando en Medio Oriente con el propósito de reforzar las fronteras de Israel. Además, deberá reordenar la OTAN y desmontar el aparato progresista que domina en agencias globalistas como la ONU, la Organización Mundial de la Salud, la Unión Europea, y otros centros de burócratas no electos. Necesitará sentarse con Xi Jinping y con Putin en una gran cumbre, para poner sobre la mesa las variables de un mundo que cada día parece acercarse más a una confrontación global. “He llegado aquí para evitar guerras, no para iniciarlas”, afirmó con claridad.
En nuestra Hispanoamérica, Trump cuenta con dos aliados: Javier Milei en Argentina y Nayib Bukele en El Salvador. Un consejo: tendrá que presionar a México, donde el pacto entre el gobierno y el narcotráfico está matando a la juventud estadounidense y mexicana con el fentanilo. Es necesario combatir a todas las drogas con firmeza y hacer entender a Claudia Sheinbaum, presidenta de México, excomunista convertida en progresista, que con el narcotráfico no se convive; se combate.
En el frente interno, hacer “América grande” nuevamente será una tarea monumental. Trump tiene en su vicepresidente, J.D. Vance, una apuesta para el futuro, como continuador de sus políticas. También cuenta con Elon Musk, el gran arquitecto para reestructurar el estado inflado por los “curros” progresistas que solo consumen dinero sin control. El dueño de SpaceX será quien maneje la “motosierra”, al estilo Milei, para desmantelar esa estructura llena de burócratas sin oficio ni beneficio que viven de la emisión inorgánica. El próximo secretario del Tesoro tendrá la difícil tarea de controlar el crecimiento de la deuda de este gigante, que avanza sin medida. Durante estos cuatro años, será crucial fortalecer la credibilidad del dólar y combatir la inflación, que es el mayor impuesto para los más pobres reducir impuestos etc. También deberá enfrentarse a los BRICS y a su nuevo mercado, conviviendo y siendo enérgico al mismo tiempo, para reposicionar a Estados Unidos como líder del mundo libre.
La llegada de Donald Trump confirma lo que, en su momento, Javier Milei anunció: el inicio del tiempo de los leones y el fin del tiempo de los corderos. No es un buen día para ser de izquierda, pero sí es un mejor día para el mundo.
(*) Analista Internacional
