“La integración de los inmigrantes fracasó, la sociedad sueca ha sido demasiado débil, la segregación es demasiado fuerte, hemos creado sociedades paralelas “
Magdalena Anderson ex primera ministro de Suecia (social demócrata)
Con esta aseveración, y a la vez mea culpa, la ex primera ministra de Suecia confiesa al mundo entero el fracaso de las políticas de puertas abiertas a la inmigración, que mantuvieron no solo los suecos sino también la totalidad de los países nórdicos. El otrora estado de bienestar representado sin parangón en Suecia, se topó con una dura realidad al dispararse sus índices de delincuencia y violencia.
Nos detendremos en su capital Estocolmo, la primera ciudad europea en donde se impuso la Sharía (ley islámica donde te señala como te debes de comportar en tu vida), existen ghetos, barrios liberados dominados por la cultura islámica, en donde las autoridades suecas no se atreven a imponer sus leyes nacionales, este fenómeno se repite en los otros países nórdicos (Dinamarca, Noruega y Finlandia).
Las tasas de criminalidad se han disparado en lo que va del 2023, más de 50 personas fallecidas por arma de fuego siendo esta la tasa mas alta de toda Europa. Claro está que comparada con nuestra realidad latinoamericana son números insignificantes, pero para los estándares europeos son alarmantes, ante esta grave situación el gobierno sueco ha decidido sacar al ejército a las calles.
El grave problema de la cultura nórdica fue comprar a raja tabla el discurso progresista de la integración sin freno ni control, estaban convencidos ilusamente que en algún punto la multiculturalidad iba funcionar sola como por arte de magia, craso error, la misma sociedad sueca segregó y apartó a esta masa crítica de inmigrantes (básicamente árabes y africanos) ofreciéndoles solo vivienda, comida y ayuda económica, olvidándose de la integración cultural social y por ende de la sociedad misma. Retumba por Estocolmo, Malmo, Gotemburgo o Dalarna, principales ciudades suecas, la frase “Vivimos en el mismo país, pero en sociedades completamente diferentes”.
Dinamarca ya tomó la delantera en cuanto a medidas y mano dura para detener la migración, pese a mantener un gobierno socialista, aplicando sanciones y deportación, desmantelando barrios completos donde mas del 40% de los habitantes son inmigrantes y no tienen oficio ni beneficio, impartiendo clases obligatorias del idioma y cultura a los niños. En ese orden de ideas la primera ministra danesa, la social demócrata Mette Frederiksense ha fijado como meta reducir a cero la llegada de solicitantes de asilo. Ante ello, el gobierno sueco ya anunció que seguirá la misma senda danesa.
Si estas medidas amortiguaran la caída de la cultura vikinga, solo el tiempo lo dirá, lo cierto es que cuidar la calidad de la migración y que esta sea compatible con la cultura del país receptor se ha convertido en una premisa que todos los países debemos de tener en cuenta.