Al igual que Cataluña en España, Taiwán para los chinos o Flandes para Bélgica, un sentimiento de independencia recorre el gran estado texano. Casi 200 años después de independizarse de México y vivir casi 10 años como una República en toda regla (1836 hasta 1845, año en que pidió su anexión a los Estados Unidos de América), el poderoso y rico estado texano está en un duro enfrentamiento con el gobierno federal, básicamente por la política migratoria, que consideran blanda y dubitativa. Esto ocasiona que desde que la actual administración demócrata tomara el poder, más de 6 millones de personas (inmigrantes ilegales) hayan buscado ingresar a su territorio. Inmigrantes no solo de América Central y Sudamérica, sino de todo el mundo, utilizan esta ruta, realizando caminatas apocalípticas.
El gobernador de Texas, Greg Abbott, en abierto desacato a una resolución de la Corte Suprema, ha cerrado con alambre de púas toda su frontera, que va desde Ciudad Juárez en México hasta El Paso en los Estados Unidos. Estos actos beligerantes y de desobediencia han reavivado el «TEXIT», una iniciativa republicana encaminada a proclamar una segunda independencia del estado de Texas. Detrás de todo este movimiento se encuentra Bryan Slaton, miembro de la Cámara de Representantes, que busca que para las próximas elecciones de noviembre de 2024 se incluya una pregunta sobre la independencia de Texas (referéndum).
Como vemos, este poderoso estado de la Unión Americana posee argumentos históricos, políticos y económicos de sobra para levantar las banderas de independencia. Con un territorio cercano a los 700 mil kilómetros cuadrados, un PIB de 2.2 billones de dólares y una población de casi 30 millones de habitantes, los descendientes de los corajudos Cowboys ingresarían de independizarse en el top 10 de las economías más grandes del mundo. Ingentes reservas de petróleo y gas, así como una depurada agroindustria y una ganadería repotenciada, son sus cartas de presentación. Además, a diferencia del gobierno federal, manejan el sistema impositivo con una visión más liberal. Un ejemplo claro es que el estado número 28 no aplica impuesto a la renta.
Y como para ponerle notas épicas a la posible independencia texana, la población de otros estados se moviliza en solidaridad. En camiones, camionetas y casas rodantes, el llamado «ejército de Dios» llega hasta este estado para apoyar al gobernador secesionista contra la invasión migratoria. Bajo el lema «Take Our Border Back» (Recuperemos Nuestra Frontera), está claro que la completa desconexión con la realidad de la administración de Joe Biden abona para que este sentimiento crezca día tras día y allane el camino para la vuelta de Donald Trump a la presidencia. Con sellar totalmente la frontera como prioridad, ya lo anunció y seguramente lo cumplirá. La gente emigra porque necesita trabajar; crear mejores condiciones de vida en sus países es una forma inteligente de combatir este drama. Menos guerra, más ayuda, es la clave.
