La respuesta es sí. Dos comediantes con miles de seguidores se burlaron de una víctima de agresión sexual en un bus. Ricardo Mendoza y Norka Gaspar hicieron mofa sobre un episodio traumático para una jovencita, en frente del público, que compartía las risas que ellos propagaban en el lugar. Nadie puso un alto, ni se detuvo a cuestionar lo que sucedía en aquel espacio. Luego de verse expuestos a la luz del internet, salieron a pedir disculpas en un video de menos de dos minutos.
Califican sus chistes de humor negro, olvidando que ello significa realizar sátira de aspectos sociales, criticando a individuos en posición de poder. Para Ricardo Mendoza no fue impedimento, porque en el programa que comparte con Jorge Luna, “Hablando Huevadas”, hizo una broma sobre la hija de Melissa Paredes, indicando que es criada por animales, pues “su papá es un gato y su mamá es tremenda…”. Como sociedad, tenemos una responsabilidad para dejar atrás los estereotipos que, por lo visto, seguimos manteniendo.
Luego de conocerse los hechos, la ministra de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (Mimp), Diana Miloslavich, explicó que en el Perú hay una tolerancia alta frente a la violencia de género. A pesar de que, las cifras son escalofriantes: a nivel nacional, siete de cada diez mujeres sufren de acoso callejero; mientras que, en Lima nueve de cada diez lo padece. La ignorancia es atrevida. Una anécdota que debió tomarse con seriedad, fue usada para un sketch con fines lucrativos.
La directora de políticas del Mimp, Sandy Martínez, manifestó que este tipo de situaciones le restan importancia a una problemática vigente: la violencia contra la mujer. Es indignante, sin duda, lidiar con personajes que utilizan un acontecimiento perturbador para reconstruir la situación como una parodia.
Incluso, la periodista Juliana Oxenford abrió un pasaje recóndito de su vida: sufrió agresión sexual. Y nada más deplorable que, por uno de sus parientes, “el tío más querido de la familia”. La conductora reveló este secreto para comprender lo nauseabundo que es exponer un caso de abuso para la “comedia”. Todas las que hemos sido víctimas de estos atentados, conocemos el tormento y estigma al que nos vemos sometidas.
Son la representación del machismo encarnado combinado con el bullying normalizado. Todos los espectadores se ríen por ver a dos personas carcajearse de los invitados entre lisuras. Esperamos mucho de los dirigentes del país y no empezamos con una introspección. Somos lo que consumimos. No se puede decir estar en contra de la violencia y avalar comentarios misóginos, que se encuentran bajo el disfraz de “humor negro”. No lo es. Las cosas por su nombre: son reproductores de los prejuicios que aún conservamos.